El Pan de Vida de Jesús desafía al imperio...
Reflexión sobre Juan 6: 51-69
El antiimperialismo fue una de las características fundamentales del mensaje y la práctica política de Jesús de Nazaret. Es a partir de su firme posición ante el imperio romano que él construye las coordenadas básicas de su visión de mundo y de Dios.
Este rasgo básico de Jesús aparece oculto, disfrazado, diluido, mediatizado, mimetizado a lo largo de los cuatro evangelios, y de los otros escritos del Nuevo testamento, y hay que rastrearlo, intuirlo, descifrarlo y descubrirlo, porque es la clave de su mensaje; ya que Jesús nació, vivió, luchó, murió, y resucitó en un país ocupado militarmente por el imperio, como lo es en estos momentos Irak, como lo es Puerto Rico.
En este texto, se nos describe, con los parámetros del lenguaje de Juan, la ruptura provocada, en cierto momento, al interior del Movimiento de Jesús, por dos razones: por la radicalidad-el pan de vida- del mensaje y por su rechazo a la dominación romana.
Al final, el Movimiento de Jesús, en su fase inicial, no pudo ser cooptado ni asimilado por el imperio, y este se decidió por su aplastamiento, que inició con el asesinato de Jesús mismo y continuó con la persecución de sus principales dirigentes. Era un movimiento anti-sistema, antiimperialista.
“El pan que yo daré es mi propio cuerpo. Lo daré por la vida del mundo.”Este pensamiento refleja esta ruptura, era una decisión de entregar la vida por la causa popular y seguramente asustó a los oportunistas que se habían lanzado a seguir a Jesús confiando en obtener altas posiciones y cargos cuando el estableciera su reino. Pero no querían saber nada de sacrificios y mucho menos de persecución, de cárcel, de muerte. Le temían al imperio y le temían a la lucha y concluyeron temiéndole a Jesús.
El concepto de pan es clave para Juan, como lo fue para Jesús. En un primer momento (6:1-15) presenciaremos la solidaridad de Jesús con los que padecen hambre, su denuncia de los poderosos y el milagro de la multiplicación popular del pan.
Luego Jesús camina sobre el agua de la represión, sin hundirse, (6:16-21) sin ser capturado, y establece que solo los que creen pueden vencer el miedo, y pueden pertenecer a su Movimiento, al que se ingresa por medio del corazón, de una actitud solidaria, de indignación frente a la injusticia del mundo y disposición a enfrentar las consecuencias de nuestra rebeldía.
En otra escena (6:22-24) observamos a la gente buscando a Jesús afanosamente, y cuando él se deja encontrar les aclara que lo buscan “porque comieron hasta llenarse” y no porque hayan entendido las señales milagrosas. Lo buscan porque esperaban más pan, gratis, pero no entendieron que el milagro se logró a base de la fe y de la organización. Jesús no quiere una sociedad de parásitos, sino de personas libres, productivas, alegres, solidarias.
Jesús les enseña: Yo soy el pan que da vida. El que viene a mi nunca tendrá hambre y el que cree en mi nunca tendrá sed (6:35). Los que luchan nunca tienen hambre y nunca tienen sed, porque su vida esta dedicada a una causa.
Luego les dice que “el que coma de mi cuerpo y beba de mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el día último” (6:54). Esto tiene una dimensión trascendente y otra inmanente. Por una parte, es la lucha pasamos a ser u solo cuerpo con Jesús, compartimos su propia suerte y enfrentamos el peligro de la represión y de la muerte, somos parte de una ola del océano popular.
Frente a este planteamiento enérgico de Jesús, que incluye el rechazo a los romanos y la decisión de luchar, los elementos oportunistas deciden separarse y ase apartan y hasta lo critican diciendo: “esto que dice es muy difícil de aceptar... ¿quine puede hacerle caso?” Tenían razón: ningún oportunista puede hacerle caso, pero si millones de luchadores sociales que han seguido y siguen a Jesús hasta su segunda venida, hasta su triunfo definitivo.
“Desde entonces, muchos de los que habían seguido a Jesús, lo dejaron y ya no andaban con él...”Jesús se quedó únicamente con el núcleo más consecuente, más comprometido, más militante de la lucha por el reino de Dios.
Nuestra Iglesia, atraviesa frecuentemente por estos procesos, por sus diferentes fases, Y en cada fase hay un desprendimiento, de los vacilantes y oportunistas que buscaban los cargos pero rechazan la lucha. En mayo de 1982, vivimos esa experiencia, un sector se separó por nuestra posición a favor de los pobres, de los humildes, de los campesinos refugiados que nos pedían ayuda.
Es triste reconocer que hay iglesias que se arrodillan frente al imperio y deciden rechazar la lucha por la justicia y lo que hacen es encerrarse en sus cuatro paredes. Me acuerdo hace unos dos años, escuchábamos los cánticos de una iglesia neopentecostal que cantaba jubilosa mientras afuera de la iglesia se reprimía a familias campesinas que exigían les fueran entregados alimentos. Esto fue después de los terremotos de enero y febrero del 2001.
Pero también debemos de celebrar la resistencia de comunidades de fe que confían en Jesús y rechazan a los demonios de la globalización, rechazan a la OMC, al ALCA, al Plan Puebla Panamá, a los Tratados de Libre Comercio, y marchan por las calles cantando de Lutero“firmes y adelante, huestes de la fe...”Amén.
Rev. Roberto Pineda, Iglesia Luterana Salvadoreña
San Salvador, 24 de agosto de 2003
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