Reflexión sobre Lucas 4:20-28
Atentan Contra Jesús en Nazaret
Rev. Roberto Pineda *
Durante todo el desarrollo de su ministerio profético, desde que recibe el Espíritu Santo en el río Jordán hasta su heroica muerte en la cruz, Jesús de Nazaret enfrentó diversos atentados contra su vida. Desde el primer momento el imperio romano decidió acabar con la vida de este dirigente revolucionario, de este rebelde antiimperialista, de este Hijo de Dios.
Los poderosos a lo largo de la historia siempre han utilizado el terror y el asesinato contra los que desafían su dominación. La misma cruz era el instrumento de tortura utilizado por el imperio romano, mediante el cual se castigaba la desobediencia y la rebeldía. La cruz nace como símbolo de resistencia contra el imperio. La cruz surge en oposición al águila imperial.
En este texto de Lucas se nos revela la intensa lucha ideológica que acompañó la predicación del reino de Dios iniciada por Jesús de Nazaret. El mensaje de Jesús, radical y poderoso, fuerte y subversivo -que encendía los corazones y despertaba las conciencias- enfrentó siempre el rechazo de los opresores romanos y de sus sirvientes locales.
Lucas nos relata que Jesús regresó a Galilea, a su tierra natal, al norte de Palestina. Pero regreso cambiado, con el poder del Espíritu. Las personas, todos cambiamos. Regresó con la mente llena de sueños y con el corazón palpitante de entusiasmo revolucionario. Había cambiado, tenía claridad de su misión, conciencia del rumbo de su vida: enfrentar y dirigir la resistencia contra el imperio. Y regresaba a su patria a cumplir su labor.
Al estar en Galilea decide visitar a Nazaret, donde se había criado. Y según acostumbraba entró el día sábado a la sinagoga. Todos allí lo habían conocido cuando era pequeño, cuando era joven. Y en la sinagoga le dan a leer a Isaías. Le dan a leer a un profeta, a un profeta radical y rebelde, popular y democrático:
El Espíritu del señor está sobre mi, por el que me consagró.
Me envió a traer la Buena Nueva a los pobres,
A anunciar a los cautivos su libertad,
Y a los ciegos que pronto van a ver.
A despedir libres a los oprimidos
Y a proclamar el Año de la gracia del Señor.
Con esta declaración revolucionaria de Isaías inicia Jesús de Nazaret su ministerio. La definición, el compromiso está claro. Y todos lo entendieron. Jesús les compartió que él también era un profeta. De la misma línea que Isaías. Frente a esto unos lo rechazaron y otros lo apoyaron.
Los que lo rechazaban empezaron de inmediato una compaña en su contra. Empezaron a murmurar sobre sus orígenes populares: ¿no es este el hijo de José? Se burlaban y se reían de Jesús pero en el fondo sabían que el mensaje que predicaba era un mensaje de cambio, de ruptura con el orden existente, que desafiaba al imperio y les daba temor.
El mensaje de Jesús es siempre controversial, es siempre subversivo. Esa es su esencia. El mensaje de Jesús nos confronta a tomar partido, a tomar posición. El corazón del mensaje de Jesús palpita en la lucha por la justicia, en la solidaridad con los que sufren y sueñan. Los explotadores, los opresores, los imperialista siempre rechazan el mensaje de Jesús, aunque lo pervierten, lo deforman. Y esto sucede en nuestras mismas iglesias.
Es muy significativo como Lucas nos cuenta que al final estos opositores de Jesús atentan contra su vida, se indignaron, se levantaron y lo arrastraron fuera de la ciudad, llevándolo hasta un barranco del cerro en el que esta construida la ciudad, para arrojarlo desde ahí. Iban a asesinarlo. Los poderosos siempre han tratado de aplastar el mensaje de liberación, de matar a sus portadores.
Pero Lucas también nos comparte que Jesús pasó en medio de ellos, y siguió su camino. Nosotros también sigamos nuestro camino de proclamar las Buenas Nuevas del reino de Dios. Sigamos nuestro camino de acompañar las luchas de los sectores populares, de vencer el miedo y con la fuerza del Espíritu de Dios que es el espíritu de la justicia, ser iglesias verdaderas, comunidades de fe y de vida comprometidas con el cambio y la esperanza. Amén.
* 2 de febrero de 2004. Correo del autor: robertopineda@integra.com.sv
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