EL CAMINO DE JESUS: FIRMEZA Y COMPROMISO
Reflexión sobre Lucas 9: 51-62
“La Patria es valor y sacrificio...”
Pedro Albizu Campos
Jesús de Nazaret tomó de manera resuelta el camino de la lucha revolucionaria contra el sistema de opresión imperialista existente en su tierra, el camino de las transformaciones de la sociedad, de la protesta y la resistencia, del acompañamiento a la pelea de los sectores populares, de la solidaridad con los que sufren y sueñan. El camino de Jesuralen. El camino de la liberación.
Jesús de Nazaret rechazó enérgicamente el camino de la defensa del sistema esclavista, el camino de los que se arrodillan ante los poderosos, el camino de la sumisión ante los dueños de la riqueza y del poder, el camino del sometimiento y la indiferencia. El camino del acomodamiento y la opresión.
Esta es la definición de fe fundamental de los cristianos: con los opresores o con los oprimidos. Con Yahvé o con Baal, con Jesús o con el Cesar. No existen posiciones intermedias. Como iglesias, se consolida ideológicamente el sistema de opresión o se le desafía. El sistema agradece a las iglesias que le sirven y amenaza y castiga a las iglesias que se rebelan. Esa fue la realidad de Jesús y es la nuestra.
Jesús decidió abrazar la causa de los oprimidos que luchan, con plena conciencia de la respuesta violenta de los poderosos. La lucha por la justicia es una lucha muchas veces ingrata, porque los poderosos manipulan los corazones de los débiles y los orientan hacia la indiferencia y la resignación. Jesús pudo haberse ahorrado el sacrificio de la cruz y cedido a la tentación del trono. Hay muchas iglesias que lo hacen.
Un testimonio de fe y esperanza
Les comparto un testimonio. En el 2001, unos campesinos vinieron a San Salvador desesperados por el hambre, para exigirle al gobierno que se les entregara alimentos luego de los terremotos, muchos de ellos eran mujeres jóvenes con sus niños de pecho y ancianas. Los hombres eran expatrulleros. Estaban sobre la Roosevelt y la 49, adelante del desnivel, y querían marchar a la Feria donde estaban repartiendo víveres. Un grupo de antimotines de la PNC los interceptó violentamente, les dispararon y golpearon a niños y ancianos, y luego los medios acusaron a los campesinos de utilizar a sus hijos como “escudos humanos” para protegerse de la represión. Fue una situación muy intensa que viví junto con mi hija Victoria y mi hermano Ricardo Cornejo. Dios nos colocó allí. Dios nos permitió esta oportunidad de servir y de crecer en la fe.
Cuando esto sucedía, frente a nosotros se encontraba una iglesia evangélica cantando coritos y levantando los brazos en oración y cuando los gritos de las mujeres campesinas golpeadas crecían, desde la iglesia se cantaba más fuerte. Los pobres en esta iglesia no escuchaban ni querían ver el sufrimiento de estos otros pobres que luchaban por el pan y la vida. Era una iglesia cerrada a la realidad y que vivía en otro mundo espiritualizado, el mundo de la oración a Baal y de la sumisión al Cesar. Creo que Dios estuvo muy triste esa tarde al ver a esta iglesia de pobres cerrada al sufrimiento y la esperanza de otros pobres.
El camino de Jesús de Nazaret
En este texto se nos presentan dos momentos muy importantes del camino de Jesús hacia la cruz de la esperanza y la resistencia. En el primer momento, observamos como Jesús emprendió resueltamente el camino a Jerusalén. Jesús toma una decisión y se mantiene firme. No busca comprometer y suavizar su mensaje. No huye ante el peligro de la tortura y de la muerte. Asume el compromiso de denunciar la injusticia y paga el precio de la rebeldía. Los poderosos de ayer y de hoy lo continúan asesinando porque Jesús continúa acompañando los sueños y las luchas de los oprimidos que resisten al imperio.
Es muy interesante como en este caminar de Jesús se abordan las diferencias con otros pueblos. Necesitan pasar por una aldea samaritana y sus habitantes los rechazan y no les permiten hacerlo por diferencias religiosas. Un sector de sus seguidores se indigna y amenaza con una acción represiva.
Jesús comprende las raíces de esta contradicción y decide respetarlos. Me acuerdo de Mao y de su obra clásica el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo. Jesús no se pierde. Una cosa son las contradicciones entre los sectores populares y otra las contradicciones entre explotados y explotadores. Para Jesús los samaritanos son un pueblo también oprimido que debe unirse para luchar contra el enemigo común.
El segundo momento esta vinculado a las diversas respuestas de la población frente al llamado de Jesús al compromiso político. Y nos encontramos con tres respuestas. Algunos sectores simpatizan con Jesús pero no están dispuestos a abandonar sus posiciones privilegiadas, no están dispuestos al sacrificio y esperan que sean otros los que “arriesguen el pellejo”. Simpatizan pero no actúan enérgicamente. Admiran a Jesús pero le temen al compromiso.
Otro grupo de personas colocan sus compromisos familiares por encima de sus compromisos políticos. Y la familia en vez de ser una fuente de apoyo para sus actividades se convierte en obstáculo, en excusa para abandonar su compromiso político. El tercer grupo de personas es de aquellos que no están en disposición de sacrificar su pasado, de romper con lo que fueron y de volver a nacer, de convertirse al Evangelio de la lucha y la esperanza.
Hace muchos años me impresionó conocer la historia de un patriota puertorriqueño, del Maestro Pedro Albizu Campos, que pasó muchos años en cárceles norteamericanas por su amor y su lucha por la independencia de Puerto Rico. De Don Pedro aprendí el amor a la dignidad y la independencia.
El pudo haberse vendido, asimilado a la cultura de los invasores, pudo ser un colonizado más, pero decidió ser diferente y asumió la dignidad del sacrificio y con su ejemplo nos dejó una herencia de mucho valor, de la cual como latinoamericanos podemos sentirnos orgullosos. Pedro Albizu Campos y su Partido Nacionalista siguió los pasos sin duda alguna de Jesús, el rebelde que desafió al imperio romano.
Rev. Roberto Pineda
San Salvador, 4 de julio de 2004
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