Moisés y la resistencia popular frente al becerro de oro imperialista...
Reflexión sobre Éxodo 32
Entre las diversas experiencias vividas por el pueblo hebreo en su camino a la liberación, luego de la salida de Egipto, se encuentra la del Becerro de Oro. Su enseñanza es muy valiosa y vigente para las batallas que libramos en la actualidad. Es la enseñanza de la dignidad como principio básico de nuestras vidas y como el corazón de la resistencia milenaria a los imperios.
La actitud de Moisés frente al Becerro de Oro nos revela la claridad de la dirección revolucionaria frente a las vacilaciones de un sector de la población, que fácilmente es arrastrado a repetir las mismas prácticas religiosas de opresión, de la esclavitud en Egipto.
Sucede que mientras Moisés se encontraba en el Monte Sinaí dialogando con Yahvé, la gente se confunde y le exigen a Aarón la construcción de dioses para conducirlos. Y él lo hace e incluso les construye un altar para venerarlo. Se trataba de cambiar la conducción política de Moisés por la de Aarón.
Y más importante, se trataba de regresar a los dioses de la opresión simbolizados por el oro y rechazar al dios que con mano fuerte los sacó de la casa de la esclavitud en Egipto. Los esclavos añoraban la mano del amo para que los acariciara y los golpeara, la comida del amo, la religión del amo con sus fiestas y sus disfraces.
Y Moisés al regresar del Monte Sinaí fue categórico en su rechazo al becerro de oro. No se podía conciliar. No puede coexistir la opresión con la liberación. Y Moisés y lo sectores populares que acompañaban este proyecto se vieron obligado a resolver esta crisis de manera radical. De no hacerlo se ponía en peligro el futuro de este proyecto de liberación.
La tentación del becerro de oro
La tentación del becerro de oro acompaña nuestras vidas y las vidas de nuestros pueblos. Los poderosos saben que fomentando el individualismo y la búsqueda de la riqueza como principio que orienta nuestras vidas, se aleja el peligro de un cambio revolucionario. Los imperios enfrentan a la resistencia de los pueblos por medio del becerro de oro. La compra de conciencias es una de las fórmulas para mantener la dominación. La otra es el látigo de la represión. La otra es el adormecimiento.
Aarón decidió construir un altar al becerro de oro para adorarlo. Los altares son la demostración de nuestro agradecimiento. Cada uno de nosotros debe preguntarse hacia quienes construimos altares. Los altares pueden construirse para consolidar la opresión y legitimar las cadenas de los imperios o pueden ser barricadas de la resistencia. Nosotros determinamos la decisión.
El becerro de oro es la mejor representación de actual mundo capitalista globalizado. En este mundo la guerra y el comercio son los medios mediante los cuales el becerro de oro penetra en nuestras vidas y conciencias. El becerro de oro imperialista se alimenta de petróleo, de agua, de gas natural, de biodiversidad, etc. El becerro de oro vive de la sangre de nuestros pueblos que son sacrificados ante el altar del mercado. El templo del becerro de oro es el mercado.
Y esto hace que los templos religiosos cristianos se asemejen a los mercados. El mercado es el modelo de la humanidad globalizada. Y entonces el mundo gira alrededor del mercado capitalista, alrededor del becerro de oro. Y entonces la familia se parece al mercado. El mercado rompe la unidad de la familia y establece sus leyes. Y penetra en la escuela. Y penetra en los hospitales.
Y también la iglesia se ve infiltrada por el becerro de oro. Y surge el pastor empresario. Y las iglesias se convierten en mercados. Y se venden las oraciones y se vende todo. Y se vende la conciencia. Es lo que más se vende. Es la mercancía más valiosa. Porque la conciencia es la base de la dignidad. Y la religión del becerro de oro olvida, niega, rechaza la religión del camino por el desierto, la religión de la cruz de Jesús. Deja de ser la religión de los esclavos en lucha y vuelve a ser la religión de los amos, la religión del Faraón, la religión de Baal, la religión de los imperios.
Cuando el becerro de oro ilumina nuestros corazones hemos dejado de ser pueblo de Dios y nos hemos convertido en esclavos, en consumidores del mercado, en seguidores de ídolos. Únicamente la resistencia a los imperios y la lucha por la justicia nos convierte en hombres y mujeres libres.
En cada corazón que se abre a la solidaridad y la lucha allí se encuentra la semilla de la esperanza. Con la confianza que nuestro pueblo quebrará como Moisés al becerro de oro y que seguiremos caminando como iglesia acompañando a nuestro pueblo. Así sea.
Rev. Roberto Pineda, Iglesia Luterana Popular
San Salvador, 21 de diciembre de 2007
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