Juan 1:43-51
Jesús de Nazaret comprendió muy pronto que para realizar su misión necesitaba construir una organización con militantes dispuestos a la lucha y al sacrificio; a enfrentar la cólera de los poderosos y la mayoría de veces, la indiferencia y el rechazo de los humildes.
Es por eso que recorrió los caminos polvorientos de Palestina buscando a este tipo de mujeres y hombres, fuertes como el acero pero con el corazón rebosante de humildad, alegría y esperanza.
Jesús encontraba a las personas, miraba sus rostros y trataba de descifrar los rasgos de su conducta. Buscaba personas con sensibilidad social, que pudieran comprometerse en la lucha por la justicia y contra el imperio. Los buscaba y los encontraba en el camino, en la calle, en las comunidades, en la vida.
Cuando estas personas miraban y conocían a Jesús y este las llamaba, surgían en sus corazones y sus mentes la duda, la sorpresa, el temor, el interés, la alegría, el entusiasmo. Llamado y respuesta son diferentes. Cada llamado de Jesús es único porque cada persona es única, cada respuesta es diferente, con sus propios ritmos y contenidos.
Y Jesús continúa llamándonos a cada uno de nosotros. Nunca se cansa de llamarnos a la lucha, al compromiso. Somos nosotros los que dudamos y preferimos escondernos en nuestros temores y seguridades.
En este texto, Juan nos relata la forma como Jesús se acercó a Felipe y a Natanael, que fueron de los primeros que se organizaron para seguir la causa, pioneros del Movimiento Popular de Jesús.
Hay que decir que nos encontramos en Galilea, territorio rebelde. Decir Galilea es como decir Chalate, Guazapa o Morazán durante la guerra. Las tropas romanas penetraban con temor porque sabían que iban a encontrar resistencia. Nos encontramos en Galilea, el corazón rebelde de Palestina, la patria herida e insurrecta de Jesús de Nazaret.
Jesús se encuentra en la calle con Felipe, le mira a los ojos, y le dice: Sígueme! Felipe obedece. Sabía lo que hacía, ya que era originario de Betsaida, al norte del Lago de Galilea, del mismo pueblo que Andrés y Pedro, y lo más seguro miembro del mismo núcleo de seguidores de Juan el Bautista.
Felipe decide seguir a Jesús y a la vez ir a buscar a su amigo Natanael para compartirle la gran noticia, Me imagino que habrá corrido con el corazón lleno de júbilo, de una inmensa alegría, hasta encontrar a Natanael. Lo mismo había hecho Andrés con respecto a Pedro.
Al encontrarlo, Felipe le grita: ¡encontré al Mesías! ¡ me ha pedido que lo siga! ¡Vení, vamos a verlo! ¡quiero que lo conozcas! Natanael le responde: ¿y quien es? Felipe le dice: es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.
Al escuchar esto último, Natanael queda confundido, en su mente los conceptos de Mesías y de Jesús, hijo de José, y además de Nazaret, no corresponden, chocan. En su mente Mesías equivale a poder, majestuosidad, realeza. La razón lo confunde y lo hace expresar con dureza: ¿acaso puede salir algo bueno de Nazaret?
Felipe no se da por vencido y le desafía: ven y compruébalo. Le explica que no se deje llevar por las apariencias, por lo superficial, sino que busque la esencia de las cosas y las personas. Que no se confíe de las palabras sino de los hechos, de las acciones.
Los dos se van a buscarlo. Jesús recibe a Natanael con mucha confianza. Esto le sorprende y en actitud defensiva él pregunta: ¿cómo es que me conoces? Jesús le responde que te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higuera.
Al oír estas palabras Natanael cambia de actitud, queda desarmado. Su corazón se ilumina y le hace exclamar: ¡tu eres el Hijo de Dios! ¡tu eres el rey de Israel! Jesús con cariño le reprocha: ¿me crees solamente porque te he dicho que te vi bajo la higuera? Luego Jesús les dice: ustedes verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.
Desde la tormenta...
Han pasado cuatro meses (18 de enero) desde que inició la huelga del gremio médico para evitar que se privatizara la salud y existe cansancio, frustración, agotamiento de recursos...
El gobierno de manera prepotente se niega a buscarle una salida al conflicto y confía en que el tiempo y las penalidades económicas se encargaran de destruir a este movimiento contra la privatización de la salud...
La posición del gobierno es malvada porque no le interesa resolver el problema sino agravarlo, para poder justificar que se entreguen los hospitales a manos privadas, quienes esperan ansiosas este jugoso negocio de la salud de nuestro pueblo...
Se pretende derrotar esta huelga por medio del hambre, del aislamiento, aprovechándose que ya inició la campaña electoral y la huelga pasa a un tercer o cuarto plano de atención pública...
Se pretende arrodillar al gremio medico y obligarlo a que acepte condiciones humillantes para que regrese a trabajar a los hospitales, sueñan con aplastar a este movimiento social...
Es muy difícil la situación para las familias de los trabajadores de la salud y médicos, son cuatro meses de huelga, hay compromisos que cumplir y no hay dinero...
Que nuestro Señor Jesucristo conceda fuerza y sabiduría al gremio médico para que continúen en esta lucha justa y a nosotros como sociedad civil para que no los abandonemos, para que no nos olvidemos que están luchando por nuestros hijos e hijas, por nosotros mismos... Amén.
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Rev. Roberto Pineda
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