domingo, 3 de febrero de 2008

Juan el Bautista: profeta de la justicia 9-enero-03

Reflexión sobre Marcos 1:1-8

Juan el Bautista irrumpió en la Palestina de Jesús con un poderoso mensaje de lucha por la justicia y contra la opresión. Su testimonio de vida y su palabra lo ubican como un valiente profeta de la justicia, combatiente de la liberación.

Y es que la lucha por la justicia, la identificación con los pobres y oprimidos, la indignación ante los atropellos de los poderosos ha sido, es y será la fuente inagotable que impulsa a miles de hombres y mujeres en todos los continentes y en todas las épocas, a abandonar las seguridades de la obediencia al sistema y abrazar los peligros de la rebeldía de los sueños. Es fue el ejemplo inolvidable de Jesús de Nazaret.

En este texto Marcos nos ofrece su visión sobre Juan, sobre lo que dijo y sobre lo que hizo. Nos permite hacernos una idea sobre la peculiar figura y sabiduría de Juan, llamado el Bautista.

Marcos recurre al profeta Isaías para explicar a Juan: "una voz grita en el desierto". La voz de Juan no es un susurro, es un grito. Proclama la verdad con la fuerza de la convicción, con el entusiasmo de los que sueñan y luchan. De la misma forma que lo hace nuestro pueblo.

Juan nos habla desde el desierto, desde la soledad, desde la dificultad, desde el sufrimiento, desde la resistencia. No nos habla desde los palacios ni desde el templo. Juan busca a la gente y la gente lo busca a él. Los llama a la conversión y les ofrece el bautismo para que Dios "les perdonara sus pecados". La gente confesaba sus pecados y Juan los bautizaba en el río Jordán.

Juan era diferente. Durante toda su vida rechazó conscientemente los privilegios y las comodidades porque no deseaba ser comprado, asimilado o domesticado. Por eso decidió vivir en el desierto, y no se plegó a los caprichos de la moda, no usaba pantalones Tommy Hilfiger ni zapatos Nike, su ropa estaba hecha de pelo de camello, ni tampoco sucumbió como nosotros lo hacemos, a los McDonald y Pizza Hut de su época, él comía langostas y miel del monte. Pienso que le hubieran gustado mucho las pupusas salvadoreñas.

El mensaje de Juan era categórico: debían volverse a Dios y ser bautizados. Y Juan también tuvo la humildad para explicar que "después de mí viene uno más poderoso que yo... los he bautizado con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo.".

Desde la tormenta...

La Catedral de Monseñor Romero ha sido de nuevo tomada. Estudiante universitarios organizados se la tomaron el día de ayer para protestar contra los planes gubernamentales de privatizar la salud y en solidaridad con el movimiento huelguístico de médicos y trabajadores de la salud, que se encuentra en pie de lucha desde septiembre del año pasado. Así como para exigir la desmilitarización de los centros de salud y protestar contra el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.

La catedral de Monseñor Romero es hoy una catedral muy bella, con diseños típicos de Fernando Llort. Me pregunto que diría Monseñor Romero de esta toma y pienso que sonreiría y pensaría: ¡qué muchachos estos! Y en el fondo se sentiría orgulloso de esta demostración de dignidad de la juventud, porque para él Catedral es y será siempre símbolo, voz de los que no tienen voz, que son la mayoría de nuestro pueblo...

Y pienso que haría un llamado a los que se rasgan la vestiduras, que son los mismos que lo asesinaron aquel fatídico 24 de marzo de 1980, y se fingen ofendidos por este acto "sacrílego" pero no les ofende la miseria de los miles de niños que duermen en la calle sin comer, él, Monseñor, les diría de nuevo: quítense los anillos, por que les van a quitar los dedos.

Y a algunos dueños de medios de prensa, que diariamente mienten. ofenden y montan campañas contra los sectores populares, pienso que Monseñor Romero les diría con Juan el Bautista: "¡Raza de víboras! ¿Quién les ha dicho a ustedes que van a librarse del terrible castigo que se acerca?" (Mateo 3:7).

Y también me imagino que les haría un llamado a los médicos y a los trabajadores de la salud para no desfallecer y evitar que los poderosos de este país conviertan totalmente la salud en un negocio y aplasten con sus cuantiosos recursos esta heroica huelga, de la que podemos sentirnos orgullosos como pueblo salvadoreño, que enfrentó y derrotó la privatización de la salud.

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Rev. Roberto Pineda
robertoarmando@navegante.com.sv

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