Cuaresma del 2003: Bush y Blair crucifican a Irak (Rev. Roberto Pineda*)
Reflexión sobre Marcos 15:21-40
La cruz era el castigo que el imperio romano otorgaba a los rebeldes, a los subversivos, a los que desafiaban el sistema de dominación vigente en esa época. Es por esta razón que la cruz se convirtió desde ese entonces, en el distintivo básico de los seguidores de Jesús de Nazaret, en la carta de presentación inicial de la iglesia ante la historia, en el diploma de autenticidad de nuestra comunidad de fe, en un mundo lleno de tentaciones desde el poder y la riqueza.
La cruz pasó a identificar al Movimiento Popular, fundado por Jesús de Nazaret, que luego se transformó en iglesia después de su muerte. El símbolo de la cruz es un símbolo contradictorio, por una parte ha acompañado la lucha de los oprimidos de todas las épocas y lugares, pero, por el otro, ha sido utilizado y manipulado por los dueños del poder y la riqueza. La cruz es por lo tanto, un símbolo en disputa, un símbolo atravesado por la lucha de clases sociales a lo largo de la historia. Por la lucha entre poderosos y débiles. La cruz ha estado presente en las batallas por el pan y el techo, por el vestido y la tierra, por el trabajo y la alegría, por la paz y la libertad, por la justicia y la solidaridad.
Pero también ha acompañado los estandartes de los ejércitos que conquistaron América indígena a sangre y fuego, se llamaron cruzadas las brigadas imperialistas que desde Europa agredieron a los pueblos árabes y en esta Cuaresma han habido capellanes, que han bendecido con la cruz el genocidio cometido por Bush y Blair contra el pueblo de Irak. Los poderosos, a lo largo de la historia de lo que se conoce como Occidente, siempre han pretendido ocultar sus crímenes bajo la sombra de la cruz, siempre han tratado de ocultar y tergiversar el contenido subversivo de la cruz, siempre han procurado arrebatarle la cruz de Jesús a los humildes, porque están conscientes que han continuado crucificando a millones de personas para sostener su sistema de dominación, que les permite disfrutar de múltiples privilegios.
Es por este motivo que en Irak han bombardeado ciudades, destruido hospitales, mercados, vecindarios, museos, mezquitas. Han asesinado a niños y niñas, a ancianos y ancianas, a hombres y mujeres. Y todo este despliegue militar genocida con el fin de apoderarse de los campos petroleros, y de aumentar sus ganancias. Como iglesias cristianas nunca olvidaremos esta Cuaresma, una cuaresma de lucha, de dolor y de esperanza. Una Cuaresma de Solidaridad. Así como Poncio Pilato, el gobernador imperialista y Caifás, el sacerdote traidor, condenaron a muerte a Jesús, de la misma forma Los jefes de los gobiernos estadounidense y británico, George Bush y Toni Blair, condenaron a muerte al pueblo iraquí y lo crucificaron durante esta época de Cuaresma.
La prepotencia imperial y los bombardeos sobre Bagdad vivirán por siempre en nuestra memoria. En este texto nos encontramos con el relato del asesinato político de Jesús de Nazaret. Marcos nos describe escuetamente los sucesos de su captura, juicio, condena, martirio y crucifixión. Es muy importante comprender como los sectores populares, de manera masiva, intuyen el carácter subversivo de estos acontecimientos y recrean durante cada Semana Santa la historia de Jesús y de su pasión. En El Salvador son centenares las procesiones del Vía Crucis y miles de alfombras que con mucha creatividad reflejan los sueños y anhelos más profundos de la población. La gente marcha por las calles y manifiesta sus ideas, su imaginario social de un mundo más justo. Son jornadas de lucha popular.
Fueron muchas las alfombras, por ejemplo, exigiendo alto a la agresión militar anglo-norteamericana contra el pueblo de Irak. Entonces lo crucificaron... Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. Marcos hasta nos comparte la hora cuando Jesús es crucificado. Los imperialistas romanos le aplican el castigo reservado a los rebeldes, a los subversivos, a los enemigos del sistema. Y en la cruz pusieron un rotulo con la causa de la condena: el rey de los judíos. Sí, los romanos ajustaban cuentas con otro rey, con otro poder, Un rey diferente que proclamó un reinado de justicia y hermandad, un sueño que nos sigue llamando a luchar por construirlo, por hacerlo realidad. Los romanos no se engañaron con Jesús.
El Imperio impuso su razón estado. Al llegar al mediodía, toda la tierra quedó en oscuridad hasta las tres de la tarde. Estamos en el Viernes Santo, en el Viernes de Represión. En ese momento la oscuridad de la represión cubrió al mundo. La represión de los poderosos a veces logra ocultar la luz de la justicia. En Irak, la represión, la agresión militar ha logrado oscurecer momentáneamente la resistencia de los débiles. Lo mismo le sucedió a Jesús en este momento difícil, de prueba, en el que incluso llegó a exclamar: Dios mío, Dios mío. ¿Por qué me has abandonado? Jesús dio un fuerte grito y murió. Jesús murió gritando. Es un hecho, protestando contra la ocupación militar romana, denunciando las injusticias, como un gran dirigente popular, seguro que había cumplido su misión y que su muerte iba a servir para hacer avanzar la causa popular. Cuando se muere gritando, cuando se muere luchando, se ha vencido a la muerte. Jesús venció a la muerte.
Y es por eso que lo seguimos. Y es por eso que su Padre lo resucita. Irak como Jesús esta siendo crucificado, bombardeado, destruido. Y para nuestra vergüenza como seguidores de Jesús hubo iglesias que se pusieron al lado de los agresores, de los poderosos, del imperio, de la ocupación militar. Pero también para nuestra alegría la iglesia profética acompañó en todo el mundo las marchas por la paz. Amén.
* Pastor Luterano de El Salvador
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