domingo, 3 de febrero de 2008

La construcción del movimiento de Jesús 23-enero-03

Marcos 1:14-20


Jesús de Nazaret se esforzó por construir un poderoso Movimiento Popular de pescadores, jornaleros, campesinos, mujeres, jóvenes y ancianos, desde el cual se pudiera organizar, concientizar y movilizar a los sectores populares de Palestina; con el propósito de lograr la liberación de la dominación romana.

Una de las claves del éxito de este Movimiento Popular, que posteriormente se transformó en la institución iglesia, fue la existencia de una conducción, respetada, probada y experimentada, que gozaba de la confianza de la población por su actitud militante y patriótica, y que fue cuidadosamente seleccionada por el mismo Jesús de Nazaret.

El proceso de construcción de este núcleo partidario inicial, que estaba dirigido por Jesús, es descrito por Marcos en este texto. Nos relata la historia de cómo Simón y Andrés, Santiago y Juan fueron reclutados por Jesús, para las filas de los luchadores por el reino de Dios.

Es muy importante rescatar que Marcos ubica este momento por medio de la denuncia, que "metieron a Juan a la cárcel" y por esa razón Jesús regresó a Galilea a predicar el evangelio. O sea que Juan el Bautista, el hijo del sacerdote Zacarías, fue un prisionero político y Jesús huye de la represión, evita ser capturado.

El rey Herodes mandó a encarcelar y a encadenar a Juan el Bautista y posteriormente lo asesinó, con el propósito de silenciar su mensaje rebelde, subversivo. Los poderosos siempre encarcelan, encadenan y asesinan a los que se rebelan. Lo hicieron con Juan y con Jesús. Pero ignoran que no existe prisión que pueda encerrar al espíritu de rebeldía, que es el espíritu de Dios.

En nuestra historia, los poderosos asesinaron a los lideres de la resistencia indígena que se rebelaron contra la intervención militar española en el siglo XVI; asesinaron a José Santiago Celis, por soñar y luchar por la independencia de nuestra patria en 1811; asesinaron al cacique nonualco Anastasio Aquino por defender los derechos de su pueblo indígena.

Asesinaron a Agustín Farabundo Martí en 1932 por luchar por el socialismo; asesinaron a Monseñor Oscar Arnulfo Romero por denunciar las injusticias y el último mártir es Álvaro Centeno, militante del FMLN que fue asesinado el pasado lunes 20 en Atiquizaya, porque luchaba por un futuro mejor para nuestro sufrido pueblo.

La cárcel, la represión, las amenazas, y la muerte son las respuestas de los poderosos ante el mensaje de justicia de nuestro Señor Jesucristo. Los poderosos utilizan la violencia para crear temor y poder desmovilizar, silenciar, paralizar, para cerrar las bocas y apagar los corazones. Pero el mensaje de liberación de Jesús es más potente porque permite romper las cadenas del temor y facilita que en nuestros corazones crezca la esperanza.

Cuando Jesús decide asumir la misión de predicar el evangelio, regresa a Galilea. Allí empieza a realizar trabajo político en las comunidades, y a identificar simpatizantes. Recorría las poblaciones y hablaba con la gente, escuchaba sus opiniones, iba adentrándose en sus temores pero también en sus esperanzas.

Dos de los primeros en entrar a la organización fueron Simón y su hermano Andrés. Ambos habían sido seguidores de Juan el Bautista y contaban con experiencia política. Rápidamente se convirtieron en pilares del partido de Jesús, de sus cuadros políticos.

Jesús los vio y les dijo: Síganme! Ellos eran de oficio pescadores. Y desde ese momento dejaron de echar la red al agua y se dedicaron a la construcción del Movimiento Popular, a la predicación del evangelio. La invitación de Jesús a seguirle continúa vigente. Es un llamado al compromiso y a la lucha. Es un llamado a lanzar las redes al infinito de nuestras vidas.

Por lo general, a cada uno de nosotros nos resulta difícil "dejar nuestras redes" y acudir al llamado de Jesús. Significa una ruptura con nosotros mismos, es abrirnos una herida, porque implica romper con nuestras seguridades y comodidades, se nos mueve el piso de nuestra tranquilidad. Lanzarse a la aventura de seguir a Jesús es una locura, la locura del evangelio. El sistema dominante nos enreda con miles de hilos visibles e invisibles y nos ata, nos arrincona, nos controla, nos domina.

Siguiendo con esta historia, un poco más adelante, nos informa Marcos que Jesús vio a Santiago y a su hermano Juan "que estaban en una barca arreglando las redes". También eran pescadores. Hijos de Zebedeo y compañeros de lucha de Simón Pedro y de Andrés. Eran ya un colectivo de un carpintero y cuatro pescadores dispuestos a cambiar el mundo.

Al llamado de Jesús tanto Santiago como Juan decidieron dejar a su padre Zebedeo en la barca e irse con él, siguiendo el sueño de justicia de Jesús. Desde esa época, miles, millones de personas se han lanzado a seguir a Jesús, a enfrentar los peligros y las alegrías de seguir a Jesús.

Durante la dictadura militar, recuerdo que muchos amigos abandonaron a sus familias y se fueron a la clandestinidad, cambiaron de casa y cambiaron de nombre, y era una ruptura dolorosa, muchas veces incomprendida por los padres y las madres, y hasta por las novias, y si uno se los encontraba en la calle no le hablaban y uno tenía que respetar esos rituales. Era una decisión muy profunda y firme en la que se jugaban la vida, a algunos de estos amigos logre verlos al terminar la guerra, otros fueron desaparecidos, otros cayeron en la lucha...

Lo mismo pasaba durante la guerra, amigos que "se iban al monte" y pasaban los años -la guerra duró doce años- y nunca volví a verlos, solo preguntaba por ellos:

¿Cómo esta Simón? ¿Cómo está Andrés? ¿Cómo está Santiago? ¿Cómo está Juan? A veces nos enterábamos que habían sido heridos en combate o que habían salido a curarse a otros países. ¿Qué es lo que permitió que centenares de jóvenes, mujeres y hombres, decidieran tomar las armas contra la dictadura? Solo una profunda fe en la victoria, en la justeza de la lucha, en la limpieza de los ideales, en la esperanza de una alegría para todos y todas.

Tengo la certeza, la plena seguridad que así debió de haber sido cuando Jesús inició su Movimiento Popular. Esa es la experiencia que narran los Evangelios. Amén.

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Rev. Roberto Pineda
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