domingo, 3 de febrero de 2008

Jesús y la lucha por la salud 12-febrero-03

Marcos 1: 29-39


Jesús de Nazaret dedicó su vida a luchar por la salud de su pueblo. Una de las principales claves para entender su mensaje de liberación radica en su permanente práctica de curar enfermos y expulsar demonios. El rostro de Jesús aparece donde hay sufrimiento y donde desde la lucha nace la esperanza.

Jesús es para nuestros pueblos latinoamericanos salud. Jesús es alimentación. Jesús es educación. Jesús es vivienda. Jesús es alegría. Jesús es oración. Jesús es seguridad. Jesús es esperanza.

En este texto aparecen tres momentos de la actividad política de Jesús. Los dos primeros dedicados a luchar por la salud y el último orientado a la oración. Estamos leyendo a Marcos, para quién la dimensión curativa de Jesús fue fundamental porque en su comunidad de fe habían muchos enfermos, había mucho dolor, mucha angustia.

Este capítulo de Marcos nos permite conocer un día de Jesús, la jornada diaria. Es un sábado, en la mañana predica y cura en la sinagoga, por la tarde visita a la suegra de Pedro, por la noche se dedica a curar enfermos y de madrugada se retira a un lugar solitario a orar. Un día típico de Jesús. Un día dedicado a construir el reino de Dios.

Cuando Jesús visita a la suegra de Pedro que estaba enferma, en cama y con fiebre, se establece un combate. Jesús se enfrenta al demonio de la enfermedad, "él se acercó, y tomándola de la mano la levantó". Jesús derrota al demonio de la enfermedad. El estar enfermo es una experiencia vital, es estar derrotado, humillado, postrado, abandonado.

Nuestras vidas transcurren en un vaivén entre la enfermedad y la salud. Por lo general, hay largos períodos de salud seguidos de cortos períodos de enfermedad. Pero hay personas que viven todas sus vidas enfermas, soportando el dolor, muchas veces sin medicinas, sin apoyo, sin el consuelo de los familiares, sin un vaso de agua, sin una mirada dulce de cariño.

Les voy a contar una experiencia

Como pastor yo fui evangelizado hace algunos años por un niño de la comunidad, por Carlitos. Carlitos fue un niño que nació en la Comunidad Monseñor Romero, y yo fui su padrino. Fíjense que Carlitos desde que nació fue llevado al hospital porque padecía de una fractura en la columna y no iba a poder caminar, además, además padecía de hidrocefalia, y tenían que extraerle liquido de su cabecita. Y Carlitos, vivió casi toda su vida, seis meses en el Hospital Bloom. Y ese niñito nos unió como comunidad. Toda su vida pasó enfermito, lleno de tubos de oxigeno y suero. Así fue la corta vida de Carlitos.

La enfermedad, la pérdida de la salud, ha acompañado la vida de la humanidad. Y ha habido pestes como la viruela que han segado la vida de miles, de millones de personas. En la actualidad, el Sida amenaza nuestras comunidades, nuestros pueblos.

Cuando la gente se enteró que Jesús había curado a la suegra de Pedro, se organizaron y le llevaron a Jesús a todos los enfermos y endemoniados. Jesús los recibió y los acepto, "sanó de toda clase de enfermedades a mucha gente, y expulsó a muchos demonios". Y luego, ya de madrugada, Jesús se levantó y salió de la ciudad y se retiró a un lugar solitario "para ir a orar".

Jesús luego de una jornada de trabajo necesita orar. Necesita reflexionar, meditar sobre lo que ha hecho, comunicarse con su Padre celestial, evaluar el estado de la situación, fortalecer su fe y su esperanza. La oración es suplica y respuesta. La oración es petición y confianza. La oración es entrega y compromiso.

Es importante que analicemos la práctica de Jesús a la luz de nuestra realidad. Esa es la única manera de poder seguirlo. La tarea es soñar a Jesús en El Salvador. Se necesita mucha imaginación y mucho compromiso porque existe la tentación de imaginarnos a Jesús como rey poderoso, como terrateniente dueño de haciendas, o por el contrario, como una persona derrotada y sumisa, llorosa y temerosa.

Son dos imágenes fabricadas por los poderosos en la iglesia y la sociedad para esconder el verdadero rostro de Jesús, un Jesús que se enfrenta a la enfermedad y la derrota; un Jesús que se enfrenta al sistema y lo denuncia; es por esto que se pretende ocultar al Jesús revolucionario, al Jesús sindicalista, al Jesús subversivo.

La situación de la salud en nuestro país es lamentable, crítica. Miles de niños y niñas mueren por falta de hospitales, por falta de medicinas, por falta de atención médica. Y aún así, en esta situación hay sectores poderosos, con mucho dinero y poder, que pretenden privatizar la salud porque ven la salud como un gran pastel que hay que devorar, ven la salud como una oportunidad para enriquecerse, ven la salud como una mercancía. Y no les importa que mueran más niños, más ancianos, más mujeres. Esta es la lógica malvada del mercado y de este sistema capitalista.

En El Salvador la pobreza y la enfermedad caminan de la mano. Nunca se separan. Y en nuestras comunidades predomina la pobreza y la enfermedad. Somos un pueblo pobre y enfermo, sin salud, sin educación, sin vivienda, sin seguridad, sin bienestar, sin alegría. Y si se privatiza el sistema nacional de salud, la situación será peor. Habrá más pobreza, más exclusión, más enfermedad, más dolor, más sufrimiento.

Es por esto que como iglesia luterana acompañamos al gremio médico en su heroica huelga contra la privatización de la salud. Los acompañamos en sus Marchas Blancas, en su propuesta de reforma al sistema de salud. Y nos mantenemos en acción y oración para que no se derrote a esta huelga santa, porque sabemos que una derrota significará un gran retroceso, significará entregar los hospitales públicos a los mercaderes de la salud.

Que nuestro Señor Jesucristo nos bendiga, y nos de mucha fuerza para seguir luchando por la salud, así como él lo hizo, y para seguir soñando en una nueva patria donde nuestros hijos e hijas crezcan felices, sanos y vivan siempre en paz. Amén.

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Rev. Roberto Pineda
Iglesia Luterana Salvadoreña
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Barrio San Miguelito, San Salvador
Tel: (503) 225 4616
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