AGAR Y LA RESISTENCIA A LA OPRESION
Reflexión sobre Génesis 16
Para mi hermana Esther
La opresión es una situación humana, estructural, histórica, cultural, que abarca diversas y profundas dimensiones de nuestra vida y del mundo y que tiene como raíz el afán de poseer y dominar. La opresión caracteriza a los más famosos imperios y aparece en las familias más humildes. Es un cáncer que devora lo que encuentra a su paso.
Cada uno de nosotros y de nosotras, por nuestra misma naturaleza de seres creados, de criaturas, llevamos la semilla de la opresión en nuestro corazón y esta germina y se manifiesta a veces sin que nos percatemos de ello, o sabiéndolo tratamos de ocultarlo, o lo manifestamos sin preocuparnos de las consecuencias.
En el Antiguo Testamento nos encontramos con historias de personajes que simbolizan diversas actitudes y conductas en el marco de la lucha por la justicia y contra la opresión, así como de la resistencia a los imperios y también de la fe, de la gracia y de la esperanza de los pueblos y naciones.
Una de estas historias –en el capítulo 16 de Génesis- es la de Agar. Agar significa en hebreo emigrante, refugiada. Agar es una joven esclava egipcia, obligada a ser madre alquilada y luego hostigada y rechazada por la esposa oficial de Abram, por Sarai. Al final ella huye y recibe la bendición de Dios.
Es una historia de opresión y resistencia. Agar fue una valiente luchadora social que con su ejemplo desafió la opresión y se levantó en rebeldía, a través de los siglos su sonrisa victoriosa nos sigue iluminando el futuro. Agar es la joven mujer en resistencia.
Esta historia comienza con la decisión de Sarai que era estéril, de tener un hijo por medio de Agar. Agar era una esclava y Sarai era la dueña. Agar no fue consultada. Agar fue utilizada. Era un instrumento en manos de Sarai, como un espejo o un peine. Abram aceptó la propuesta. La cultura de esa época aceptaba la esclavitud. Pero Agar no acepto la propuesta.
Y cuando Agar quedo embarazada empezó a rebelarse. El embarazo forzado le hizo tomar conciencia de su situación de esclava, de su situación de opresión. Los esclavos piensan que pertenecen a sus amos. Así pensaba Agar. Pero el embarazo le permitió comprender, iluminó su conciencia y le empujó a luchar. Y Agar miraba con desprecio a su señora.
Y su primera reacción fue de odio hacia su dueña. Los poderosos pretenden que sus sirvientes los admiren y los adoren. Y hasta se extrañan cuando estos reaccionan airados ante la opresión. Y los poderosos se inventan religiones para predicar la conciliación de clases. Y hablan de la amistad y el respeto pero no mencionan la explotación y la opresión. Cada persona encuentra su propio camino hacia la liberación. En el caso de Pablo, tuvo que caerse del caballo y quedar ciego para comprender la realidad.
En el caso de Agar, tuvo que quedar embarazada. El rechazo de los oprimidos a los símbolos de poder de los poderosos es el inicio de su liberación. Agar empezó a caminar por su cuenta. Agar empezó a recuperar su dignidad. Y por eso se burlaba y miraba con desprecio a su dueña. Eran enemigas, no podían ser amigas. Agar había sido humillada y no podía responder con una sonrisa sino con un grito de rebeldía. La amistad no existe entre el opresor y el oprimido sino solo la lucha, el enfrentamiento.
Y frente a la toma de conciencia de Agar, Sarai reaccionó alarmada. Y se lo comentó furiosa a Abram, quien le autorizó para maltratarla. Abram y Sarai se unieron en contra de Agar. Lo poderosos siempre se unen cuando ven en peligro sus intereses. Y estos maltratos obligaron a Agar a huir, a escaparse. Sarai pensó que Agar iba a someterse como en el pasado, pero Agar había cambiado. Agar ya no soporto la opresión y huyó.
Una historia común de opresión entre Agar y Adela
Cuando tenía ocho años viví mi primera experiencia de liberación. El hogar en el que vivía era un espacio de opresión. Mi padre era muy autoritario y violento. Mi madre era dulce y obediente. Cuando mi padre consideraba que la sopa del almuerzo estaba fría se la arrojaba a los perros. Cuando su ropa no estaba suficientemente lavada y almidonada la tiraba al piso. Cuando el estaba presente se imponía el silencio de la opresión. Y mi madre se sentía orgullosa de soportarlo, pensaba que era su cruz y debía de cargarla con resignación. Mi padre era Francisco y mi madre Adela.
Pero un día mi hermana Esther huyó de casa, huyó de la opresión. Y su nombre ya no podía mencionarse en presencia del amo. Algo cambió en mi mamà. No se que pasó. Lo que sé es que empezó una conspiración. Ellas, la madre y la hija se comunicaban. Supe que mi hermana se había casado y rápidamente se había separado. Vivía sola. En el tercer piso de un apartamento de un edificio. Y tenía un empleo en el Ministerio de Salud. Era libre.
Un lunes a mediados de año mi madre me dijo que ese día no iría a la escuela. La veía preocupada y ansiosa. Espero que mi papá saliera, había guardado ya mi ropa y su ropa, le dio una última mirada a la cocina y al lavadero y salimos para ya no volver. Mi mamà había decidido huir, irse, fugarse, liberarse...como lo hizo Agar. Nos fuimos a vivir con mi hermana...
El diálogo entre ángel del Señor y la esclava fugitiva Agar
Cuando se huye de un peligro se experimenta la soledad y el desamparo, la derrota. Agar buscaba salvar su vida, proteger al hijo que llevaba en su vientre. Estaba angustiada. Y en medio de esa situación, en el desierto de su vida, el ángel del Señor, la presencia del Dios de la justicia se manifestó para acompañarla.
Es un Dios que se aparece a una esclava egipcia, joven embarazada, que huye de sus amos. Es un Dios diferente, que se aparece a los que luchan por su vida y tienen esperanza. No es el dios de la opresión. Es un Dios de la justicia. Y este Dios le pregunta a Agar: ¿de dónde vienes y adonde vas? Le pregunta por la clave de la vida. Por el orìgen y el fin. Ella venía de la opresión y buscaba la seguridad. Ella respondió con la verdad: vengo huyendo de mi señora.
Y el ángel de Dios le dice: regresa a tu señora y obedécele. Los caminos de Dios son misteriosos, insondables. Agar debía regresar a la opresión y desde allí organizar la resistencia, personal, solitaria. Agar debía regresar a la casa de la esclavitud para que la profecía sobre su hijo fuera cumplida. Y Agar obedece. Y así salva su vida y la de su hijo. Y así nace Ismael. Tanto Ismael como luego Isaac serán la semilla de Abraham.
Pero además el ángel del Señor le comparte la promesa hecha a Abram, le dice: aumentare tanto tus descendientes que serán incontables. Agar recibe en el pozo de un desierto la promesa de ser madre de muchos pueblos y naciones. Y Agar creyó. Y así sucedió. Si Agar se hubiera quedado en el desierto lo más probable era que Ismael o Ismail no naciera.
Y agrega el ángel del Señor: mira, estas encinta y darás a luz un hijo que llamaras Ismael porque el Señor te ha escuchado en la aflicción. Ismael tenía que nacer. La promesa de Dios la realiza una joven esclava egipcia que tuvo la voluntad de luchar hasta el final en medio de la humillación. Agar es símbolo de las miles de jóvenes mujeres que lo arriesgan todo para que la vida fluya como río en el desierto.
Y el ángel del Señor describe el espíritu rebelde de Ismael: será arisco como un potro salvaje; luchará contra todos, y todos contra él, pero él afirmará su casa aunque sus hermanos se opongan. Las raíces del pueblo árabe palestino, indomable, heroico, siempre en resistencia. Agar es la madre del pueblo combatiente de la Granja de Gaza, de Cisjordania, de Hebròn. Agar es la madre de la Intifada así como Ismail es padre espiritual de Yasser Arafat.
Y Agar bautiza al Señor como el Dios que ve. No es un Dios invisible que vegeta en el cielo, es un Dios que ve las injusticias y escucha el clamor de los que sufren. Un Dios que siente como propias las injusticias contra sus hijos e hijas. Un Dios que se entristece con las derrotas y saborea las victorias de los pueblos que se liberan.
Rev. Roberto Pineda
Iglesia Luterana Popular de El Salvador
San Salvador, 30 de junio de 2006
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