viernes, 18 de abril de 2008

La resistencia de los Macabeos frente a la globalización del imperio 2-octubre-04

La resistencia de los Macabeos frente a la globalización del imperio



Jesús de Nazaret recibió de su pueblo una herencia muy rica de tradiciones patrióticas y revolucionarias, incluyendo la caminata por la vida de Abraham, la gesta antiimperialista de Moisés y la liberación de Egipto; la lucha contra la opresión del Baal de los reyes cananeos; la denuncia profética de Isaías y Jeremías, la protesta social de Miqueas y Amós, y mucho más cercana, las acciones de resistencia del Movimiento de los Macabeos.

El Movimiento de los Macabeos, del año 170 al 130 antes de Cristo, le hizo frente a una situación muy compleja: lucharon contra una potencia que avanzaba aplastando todo lo que se pusiera en su camino, y que contaba con muchos recursos, poderío militar, y se perfilaba como la única superpotencia de esa época. Y como hoy lo hacen los Estados Unidos, imponía su globalización por medio de la espada.

Era la época de Alejandro Magno, de origen macedonio, quien avanzaba triunfante y había ya derrotado a Darío, rey de los persas. Nos describe el autor de Macabeos que cuando el mundo se quedo callado y sometido a su poder, se puso muy orgulloso. Alejandro magno murió muy joven, a los treinta años, y antes de morir repartió el imperio entre sus generales. Palestina quedo bajo el dominio de los Tolomeos, que respetaron sus tradiciones religiosas.

Pero otro general, Antíoco Bush Epífanes, se apoderó de Egipto y ambicionó controlar a Palestina. Quería controlar el mundo. Antíoco Bush Epífanes fue un cruel invasor. Subió a Jerusalén con un poderoso ejército. “Entró con insolencia en el altar y se llevó el altar de oro, el candelabro de la luz, la mesa de los panes ofrecidos, los vasos, las copas, los incensarios de oro.” Le rendía culto al dólar, el abominable idolo de los invasores.

Antíoco Bush Epífanes pretendió humillar la dignidad del pueblo iraquí, perdón, del pueblo de Israel. Se atrevió a publicar un decreto desde Washington ordenando que “todos los pueblos de su imperio debían abandonar sus costumbres particulares” y adoptar las del invasor. Había que asimilarse, humillarse, arrodillarse, venderse, traicionar y algunos lo hicieron sonrientes y agradecidos de la bondad imperial. Era su oportunidad de servir en la casa del amo.

Pero muchos permanecieron firmes. Y entre estos sobresalió el sacerdote Matatías y su familia. Matatías y su familia levantó la bandera de la resistencia y la oración de la protesta. No capitularon. No fueron doblegados. Se mantuvieron firmes.

Y una vez que los sirvientes imperiales llegaron a Modín, done se había ido Matatías a vivir, para exigirle obediencia: ven pues tu el primero a cumplir la orden del rey este les dio una lección de dignidad. Rehusó hacerlo. Y cuando vio que un judío se acercó a ofrecer incienso ante al altar del idolo imperial, su celo se incendió, y se dejo llevar por su justa indignación. Se abalanzó sobre él y lo degolló sobre el altar y también mató al delegado del rey. Desobedeció las ordenes del amo imperial.

Luego Matatías se alzó con el siguiente grito de guerra: El que tenga celo por la Ley y sea partidario de la Alianza, que me siga. Y se fueron a los cerros, y luego marcharon al desierto. Eran hombres que buscaban la justicia. Este grupo inicial fue capturado y asesinado por las tropas del rey aprovechándose que no podían defenderse el día sábado. Matatías al saberlo, celebró duelo y reflexionaron que había que combatir todos los días.

A Matatías se les unieron también todos aquellos que huían de la opresión y con esto se fueron fortaleciendo. Libraron muchas batallas contra el poder del imperio y su ejemplo fue seguido por muchos pueblos. Matatías, luchador antiimperialista y padre de una familia de combatientes por la liberación nos dejó un importante testamento político y religioso ante de morir.

Nos dijo con mucha sabiduría: Ahora mandan los insolentes y los violentos; es un tiempo de crisis en que Dios descarga su enojo. Por eso, hijos míos, tengan celo por la Ley y arriesguen su vida para defender la Alianza de nuestros padres. Acuerdense de las hazañas que nuestros padres cumplieron en su tiempo, y alcancen también ustedes gloria y fama imperecederas.

Esta es la herencia que recibió Jesús de Nazaret y es la herencia que recibimos nosotros y nosotras, cristianos latinoamericanos, luchadores y luchadoras sociales, seguidores del rebelde palestino que en la Intifada desafió al imperio de Washington, fue crucificado en Irak y resucitó al tercer día en Cuba y nos acompaña en nuestras luchas por la paz y la justicia. Amén.

Rev. Roberto Pineda San Salvador, 2 de octubre de 2004

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