EL FUEGO DE LA FE Y DE LA LUCHA*
Lucas 12: 49-59
“Vine para encender fuego en la tierra
¡y cuanto desearía que ya estuviera ardiendo!”
El fuego es un elemento muy poderoso de la naturaleza, un elemento maravilloso. Cuando acercamos nuestros cuerpos a una llama sentimos la presencia quemante de ese elemento primario, nos estremece. Cuando deseamos expresar nuestra confianza incondicional en una persona decimos que “ponemos nuestras manos al fuego.” Cuando nos enamoramos sentimos el fuego del amor que hace vibrar cada uno de nuestros poros, es una sensación especial, única. El fuego es tan poderoso que sirve hasta para doblar los metales, el hierro se dobla con el fuego.
Y es precisamente ese fuego el que Jesús pone en nuestros corazones. Los cristianos, los seguidores de Jesús de Nazaret, debemos de tener el corazón encendido del fuego de la fe en el mensaje liberador de Jesús. ¡Somos seguidores de Jesús! La fe en Jesús nos da fuerza, confianza, decisión para continuar la lucha por la justicia en este mundo de pecado.
Somos orgullosos seguidores de Jesús de Nazaret, el hijo de Dios, el campesino rebelde que desde un pequeño poblado de Palestina desafió al imperio más poderoso de la historia, el imperio romano y que con su ejemplo nos convoca a seguir luchando, somos seguidores del rebelde que desafió al imperio y fue crucificado, por proclamar la verdad y luchar por los humildes.
¡Ese es el Dios que seguimos! ¡Ese es el camino de nuestra fe! ¡Esa es nuestra esperanza como cristianos! ¡Estamos aquí para encender fuego en nuestros corazones, indignación ante la injusticia de los poderosos!
En segundo lugar, Jesús en este texto nos hace una declaración categórica, enérgica, sobre su mensaje. Unos lo van a aceptar y otros lo van a rechazar. Será fuente de controversia, de división, de persecución, de represión, de muerte en cruz. “En una casa de cinco personas habrá división, tres contra dos y dos contra tres.”El mensaje de Jesús provoca el odio de los poderosos y el seguimiento de los humildes.
Eso fue lo que le pasó a Jesús. Los poderosos no recibieron su mensaje con aplausos sino con la crítica despiadada. Y por eso lo crucificaron, por decir la verdad. Hay que estar claros que no se van a recibir elogios, sino la oposición, el rechazo. El mundo rechaza a Jesús, lo rechazó y lo sigue rechazando. Y este mismo rechazo experimentan las iglesias que proclaman el Evangelio, y denuncian las injusticias, son cuestionadas, criticadas, marginadas. Esto no es casual, lo mismo le sucedió a Jesús.
Y muchas veces hasta en nuestras propias familias se refleja esta división. El Evangelio no es un perfume fino, ni un maquillaje, no es decorativo, no es un desfile de modas, es profundo, nos estremece, nos transforma, es una llama de fuego en nuestros corazones, de indignación frente a las injusticias, de solidaridad con los que sufren y luchan. Si no sentimos esto no conocemos a Jesús. No estamos siguiendo sus pasos. El camino de Jesús es de sacrificio, de arriesgarlo todo hasta la vida misma por su causa.
En tercer lugar, Jesús nos aconseja analizar la realidad, lo que está pasando, la coyuntura. Jesús critica a los fariseos y les reclama: hipócritas, hipócritas, escuchen la expresión, su dureza, les dice que se ponen a analizar sobre la naturaleza, sobre si va a llover o hacer sol y no analizan la realidad que los rodea, el tiempo presente, el momento político. Y no sólo analizarla, tomar posición, juzgar lo que es justo. Este es el llamado de Jesús. Hay que juzgar, analizar, lo que es justo. Y actuar, no quedarnos sentados.
Juntemos los consejos de Jesús. Nos llama a que el fuego de nuestros corazones debemos combinarlo con la certeza de nuestros análisis. Debemos en la predicación del Evangelio tener el corazón ardiente y la mente fría. Debemos de saber descifrar los signos de los tiempos, las señales que nos aportas la realidad.
Como cristianos, seguidores de Jesús de Nazaret, no podemos cerrar nuestros ojos ante la realidad, no debemos hacerlo. Y debemos de reconocer que existen iglesias que llevan el nombre de cristianas y viven en burbujas celestiales, y entre cánticos y oraciones se olvidan de los pobres, del verdadero tesoro de la iglesia. Y cierran sus ojos al dolor y viven entre las cuatro paredes de sus templos. Este no fue el camino de Jesús. Fue el camino de la secta de los esenios que se fueron al desierto para alejarse del mundanal ruido y vivir vidas santas, alejadas del pecado del mundo.
Y también existen otras iglesias, que viven construyendo pirámides arquitectónicas, grandes edificios lujosos que contrastan con las miserables casas de cartón a sus alrededor, viven en burbujas financieras, y entre cánticos y ofrendas, manipulan a los pobres, los estafan. Es triste pero es cierto. Este no fue el camino de Jesús. Son iglesias que justifican el sistema de explotación vigente, son aliadas y defensoras del orden de cosas existente.
No es casual que sus representantes más destacados, tanto de al Iglesia Católica como de las iglesias evangélicas, estuvieran el 1 de junio para la toma de posesión de Elías Antonio saca, estaban en el lugar que les correspondía, junto a los poderosos de este país. Jesús nunca ofició para ningún rey y nunca se arrodilló ante ningún gobernante. Pero la secta de los herodianos si lo hicieron. Y por eso los romanos les permitieron gobernar a Palestina. Pero Jesús estaba entre los rebeldes, en las filas de la resistencia a la dominación extranjera.
Ninguna de estas expresiones religiosas, ni los que se esconden ni los que se arrodillan ante el poder, sigue el mensaje de Jesús que encontramos en los Evangelios. Jesús de Nazaret caminaba con los pobres, se dedicaba a curar a los ciegos, a los leprosos, a consolar a las viudas y los huérfanos, a organizar a los marginados, a educarles en un sentido de dignidad y de lucha, de movilización por sus derechos. Y eso es lo que nos corresponde hacer como iglesias, si queremos seguir al Jesús que fue crucificado y luego resucitó.
Debemos de juzgar, de emitir opinión, sobre lo que pasa en nuestro país y en el mundo. Como lo hacía Jesús. Hay cuatro situaciones muy preocupantes de nuestra realidad que voy a mencionarles. La primera tiene que ver con al situación política. Hace 12 años, como ustedes saben, se firmaron los Acuerdos de Paz que pusieron fin a un conflicto armado, que desangró a El salvador, fueron miles de muertos, miles de desaparecidos, de torturados, de personas que huyeron como refugiados a otros países.
Esos Acuerdos de Paz de 1992 representaron un gran acuerdo político, de como iba a funcionar la sociedad, definieron las reglas de juego para todos los actores sociales. Incluso se modificó la Constitución y se crearon nuevas instituciones, como el Tribunal Supremo Electoral y se definió constitucionalmente que este iba a estar integrado por los 3 partidos que obtuvieran el mayor número de votos en las elecciones presidenciales.
Y resulta que en las pasadas elecciones estos fueron ARENA, FMLN y la coalición CDU-PDC. Y el PCN quedó en último lugar. Y hoy por medio de una maniobra, ARENA impone la elección de alguien del PCN como magistrado del TSE. Es una violación flagrante de l Constitución y es una burla al pueblo salvadoreño, y lo más preocupante es un retroceso en el proceso democrático, porque si esto no se corrige, no podremos confiar en la transparencia de los futuros eventos electorales. Es algo muy serio y preocupante.
La segunda tiene que ver con la reforma del artículo 347 de la Ley de Pensiones que aumente el número de años que un trabajador debe laborar para tener derecho a jubilarse. Es un golpe a todos nosotros, a nuestra jubilación. Y se hace para favorecer a las compañías de seguiros, y al sistema bancario. Vamos a pasar por cinco años más dándoles dinero. Es un abuso que no debemos de permitir. Hay que protestar, con el corazón ardiente de indignación frente a esta injusticia.
La tercera tiene que ver con el despliegue de la Policía Rural. Algo muy peligroso. Se pretende infundir miedo en las áreas rurales. Se esta repitiendo la experiencia de los sesenta, de cuando estaba ORDEN y la Guardia Nacional, y la Policía de hacienda. ¿se recuerdan? Es también una situación muy preocupante. Va a comenzar la represión contra las organizaciones campesinas. Debemos de denunciar este hecho nefasto.
Y por último, el envío de un tercer contingente de tropa salvadoreña para Irak, para ser parte de la fuerza de ocupación de Estados Unidos. Es triste. Como resultado de esto grupos terroristas han amenazado a nuestro país. Y las tropas se dirigen a Nayaf, uno de los sitios más conflictivos. Y ya tuvimos el primer soldado muerto, un pobre joven campesino de Guaymango, que por no encontrar empleo se alistó en el ejército para ir a morir en una guerra por el petróleo. Así esa nuestro país. Y tenemos que denunciar estos hechos. Eso es lo que nos corresponde como iglesia seguidora de Jesús de Nazaret.
Que el Señor Jesús, que acompaña todos nuestros actos, nos de la fuerza para seguir caminando con nuestro pueblo, con el corazón ardiente proclamando la verdad del Evangelio y anunciando la llegada del reino de Dios, un reino de justicia y de paz. Amén.
*Predicación realizada por Rev. Roberto Pineda en Iglesia Luterana La Resurrección, de San Salvador, El Salvador, el domingo 15 de agosto de 2004.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario