domingo, 6 de abril de 2008

En Cancún David Venció a la OMC 11-noviembre-03

En Cancún David Venció a la OMC

Rev. Roberto Pineda *



El relato sobre David y Goliat que aparece en el Antiguo Testamento es una historia clásica sobre la lucha de los sectores populares por la independencia, por la justicia, en contra de los invasores extranjeros, en contra de la fortaleza de los poderosos. En nuestros días esta historia se repite en el enfrentamiento a nivel mundial entre el Goliat globalizador y el David rebelde. Recientemente en Cancún, David derrotó a la OMC.

David representa la rebeldía, la dignidad, la resistencia, la firmeza de los excluidos del sistema capitalista, de los que rechazan el sometimiento y la resignación y se lanzan a enfrentar “sin otra arma que su honda y una piedra” a los dueños de los grandes ejércitos y corporaciones multinacionales, contando solo con la justeza de su causa, con la creatividad, la voluntad de vencer y la esperanza.

Goliat simboliza la soberbia, la prepotencia y el orgullo de los poderosos, dueños de la riqueza y del poder, que planean aplastar los sueños de los oprimidos por medio de sus bancos, de sus medios de comunicación, de su tecnología, de sus corporaciones, de sus portaviones y armas de destrucción masiva.

El texto de este pasaje bíblico, que nos trasmite la crónica de una victoria popular, y que es parte de la memoria histórica del pueblo hebreo, y también de los oprimidos de todos las épocas y países, lo encontramos en el primer libro de Samuel, Capítulo 17, del Antiguo Testamento de Lucha.

El autor nos describe a Goliat, el guerrero imperialista, el soldado invasor, y nos dice que medía alrededor de tres metros de altura, su armadura y armas eran de bronce, su coraza pesaba sesenta kilos, su lanza era tan grande como un palo de telar, y necesitaba alguien que cargara su pesado escudo. Su aspecto proyectaba temor, era un acorazado destructor.

Y Goliat practicaba la guerra psicológica de ablandamiento, todos los días se dirigía a la tropa israelita y la desafiaba. Había logrado quebrar la moral de Israel. Nadie se atrevía a enfrentársele. Y Goliat lo sabía y sacaba ventaja, confiaba en su fuerza, en su armamento, en su larga experiencia militar. Era un instrumento eficiente al servicio de los poderosos.

El rey Saúl y toda Israel estaban paralizados por el temor. El miedo se había apoderado de sus corazones y había doblegado su dignidad. Le temían a la derrota y a la muerte. Goliat los había subyugado con su presencia imponente. En 40 días Goliat los había derrotado con su voz amenazante, los había sometido.

En esta situación de derrota anticipada, surge un joven campesino que asume la defensa de su patria humillada. De nombre David, era un joven pastor que se atrevió a enfrentar a Goliat, ante la sorpresa de los jefes políticos y militares del rey Saúl. La clave de la decisión de David radicaba en su confianza que Yahvé no necesita espada o lanza para dar la victoria, porque la suerte de la batalla está en sus manos.

Cuando Goliat vio a David se burló y lo despreció. Nunca pensó en enfrentarse con un joven campesino armado de una honda y una piedra, lo mismo le paso a los soldados norteamericanos que fueron a Vietnam y que van hoy a Irak. La lógica del imperio es la misma. Confían en sus armas. Por su parte, David confiaba en Yahvé, tenía fe en la victoria, en el triunfo popular.

Como sabemos al final David derrotó a Goliat. La piedra alcanzó al filisteo hundiéndosele en la frente. Este cayó de bruces al suelo. David venció sin otra arma que una honda y una piedra. Y nos dejó una lección de dignidad y heroísmo. No hay que temer a los poderosos. Vencer el miedo es el inicio de la victoria. Vencer el miedo es despojarnos del veneno opresor que nos han inyectado por siglos. En Cancún los débiles perdieron el miedo y lograron la victoria sobre los poderosos. El espíritu de Yahvé concedió la victoria a los oprimidos.

El espíritu de David que es el Espíritu de Dios se encuentra presente en la lucha de los campesinos sin tierra, de los jóvenes, de las mujeres, de los indígenas. La reunión en Cancún de la Organización Mundial del Comercio, fue un enfrentamiento entre el movimiento popular mundial y las corporaciones y sus gobiernos del G-7. Un enfrentamiento entre el David rebelde y el Goliat globalizador.

Las naciones poderosas pretendían imponer su voluntad y aplastar la economía campesina, saquear nuestra biodiversidad, robarnos nuestras semillas y sueños, mientras conservaban su sistema de agricultura subsidiada, pretendían que elimináramos nuestros aranceles. Pero fracasaron. El grito de justicia de millones de personas fue más fuerte que la coraza financiera de Goliat.

El año pasado sucedió lo mismo en nuestro país El Salvador. Se enfrentaron el David popular contra el Goliat privatizador de la salud, que pretendía entregar los hospitales públicos a compañías privadas. Y amenazaba con su lanza represiva. Y contaba con el escudo protector de los medios de comunicación. Pero fracaso. La resistencia de David popular no permitió la privatización de la salud. Y David salió a las calles y con una honda y una piedra detuvo la privatización.

Como seguidores de Jesús de Nazaret, del linaje rebelde de David, proclamamos que la lucha entre el David subversivo y el Goliat imperialista seguirá vigente mientras exista la pobreza y la injusticia. Y nuestro papel como iglesia es el de acompañar al pueblo que sueña y que lucha, hasta la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

* 11 de noviembre de 2003.

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