Reflexión sobre Mateo 25:34-48
El rasgo principal de la práctica política de Jesús de Nazaret fue su enfrentamiento permanente y sistemático contra el imperio romano. Este enfrentamiento atraviesa los diversos momentos de su vida pública y es precisamente esta posición antiimperialista la que determina su conducta frente al estado romano.
Lógicamente esta posición antiimperialista ha sido negada y adulterada. A lo largo de la historia las cúpulas religiosas han construido una imagen de Jesús obediente y domesticado, que sirve a sus intereses clasistas, aunque niegue la realidad histórica de rebeldía y resistencia que lo caracterizó.
En este texto Jesús de Nazaret condena a los imperios. Y condena en particular al imperio romano. Aunque el texto pueda ser utilizado para evaluar la conducta individual tiene un claro carácter institucional. Esta hablando de naciones, de imperios. Es una denuncia antimperialista.
Establece que cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles, se sentará en su trono como rey glorioso. El Hijo del Hombre no el Cèsar, ni ningún rey o emperador. Y delante de él se reunirán todas las naciones.
Y él las juzgará de acuerdo a lo que hicieron con los pobres, con los humildes, con los excluidos. Con la viuda, el huérfano y el forastero. Y castigará y premiará. Y juzgará sobre las condiciones de alimentaciòn, agua, vivienda, vestido, salud y libertad. Sobre los derechos bàsicos de los pueblos.
Los imperios han determinado el rumbo de la historia de la humanidad. Desde su surgimiento han usado la guerra y la religión para conquistar naciones y acumular tributos y esclavos. Han promovido el odio y han provocado el sufrimiento y la opresiòn de millones de personas.
Una nación y tres imperios
En el caso salvadoreño, como territorio mesoamericano podemos registrar la aparición, presencia y dominación de tres imperios principales en los últimos catorce siglos, cada uno de los cuales dejó una huella profunda en nuestro proceso histórico de opresiòn y resistencia. Estos son el azteca, español y estadounidense.
Cada uno de estos tres imperios –y los imperios en general- construyó su propia civilización que se manifestó en un modo de vida determinado y que comprendió un idioma, una religión, una cultura, una economía, un modelo de sociedad y un sistema político.
Y cada uno de estos imperios enfrentó su propia resistencia. Los aztecas enfrentaron la resistencia lenca y maya. Y la de decenas de otras tribus. Los españoles que llegaron en 1524 enfrentaron la resistencia de las masas independentistas que al final lograron la independencia política en 1821. Fueron trescientos años de coloniaje. Y en la actualidad y desde 1932 se desenvuelve la resistencia popular contra los Estados Unidos.
En nuestro país necesitamos profundizar sobre cada uno de estos momentos históricos, rescatar las experiencias de resistencia acumuladas a lo largo de siglos ya que son el patrimonio histórico más valioso que tenemos como pueblo. Así como estudiar las estrategias de los imperios y conocer sus civilizaciones.
En el caso de Jesús de Nazaret en su identidad histórica pesaban las tradiciones de las luchas contra los imperios egipcio, mesopotámico, asirio, persa y romano. Cinco imperios. Y Jesús se enfrenta a Roma. La historia del mundo va mezclando las luchas de los pueblos. Cada persona nace bajo el signo de un imperio determinado. En nuestro caso las banderas de las resistencias se han alzado en contra de Tenochtitlan, Madrid y Washington.
Nuestros abuelos y abuelas: los olmecas.
En México se empezó a sembrar el fríjol y el maíz alrededor del año 5,000 antes de nuestra era. O sea que llevamos comiendo frijoles y tortillas siete mil años. Y siguen todavía deliciosos. Somos una civilización del fríjol y del maíz. Es herencia de los olmecas.
La primera civilización que surge en Mesoamerica es la olmeca. Surgen alrededor del año 5000 antes de nuestra era y llegan hasta el año 3,500 a.n.e. Fueron los primeros en desarrollar la agricultura. Y eran muy religiosos, tallaban cabezas gigantescas de dioses, y predominaron hasta el siglo V a.n.e.
Es interesante que algunas de estas imponentes cabezas fueran destruidas por los pueblos quizás en protesta contra las elites gobernantes. O sea que hubo resistencia. También construyeron altares y estelas. Hay que señalar que no sabemos como se llamaban, que lengua hablaban ni de donde llegaron. Pero sabemos que estuvieron.
Los mayas aparecieron mil años después, en el año 200 a.n.e. Y construyeron un gran imperio. Construyeron imponentes pirámides que eran templos para estudiar las estrellas. Sus monumentos son grandiosos: Palenque, Tikal, Copan, Piedras Negras, Uxmal. La cruel opresiòn a que sometieron a sus súbditos provoco una rebelión que determinó el abandono de las ciudades principales. Hubo resistencia: los sabios perdieron a sus esclavos.
Por esa época (220 a.n.e.) surgen en el valle del Anahuac los toltecas, que son los que construyen la ciudadela de Teotihuacan y son conocidos porque hilaban el algodón. Su civilización dura once siglos.
En el año 660 de nuestra era, en Cholula, Puebla, surgen los mixtecos. Durante nueve siglos desarrollan una impresionante civilización. Utilizaban papel vegetal. Es de sus teólogos que surge el mito de la serpiente emplumada que luego será asumida por otras culturas.
El primer imperio, los aztecas
Los aztecas aparecen en el escenario histórico alrededor del año 1200 de nuestra era. Es la civilización más tardía pero logra convertirse en imperio. Hablaban el náhuatl, la lengua de los toltecas. Se consideraban hijos del Sol. Adoraban a Quetzalcoatl, la Serpiente Emplumada. Pero este, indignado por su desobediencia, con mucha tristeza se marchó hacia el este, por el Gran Lago (el Atlántico) prometiendo que volvería.
Practicaban los sacrificios humanos a los dioses. Los justificaban con la necesidad de “dar de beber al sol con la sangre de los enemigos y dar de comer a la tierra con los cuerpos de los enemigos.”El sol necesitaba la energía de la sangre para salir cada día. Consideraban que el mundo ha atravesado por cinco períodos o soles. Vivimos en el Quinto Sol.
Asì como hoy el presidente Bush justifica con argumentos religiosos los sacrificios humanos, al enviar a la flor de su juventud a morir en Irak, asì los sacerdotes aztecas justificaban la guerra para conseguir prisioneros y obtener sangre, la bebida que calmaba la sed de los dioses.
Durante el primer sol una divinidad, Tezcatlipoca se transformó en sol y los jaguares devoraron a los seres humanos. El dios principal de los aztecas era Huitzilopochtli (Mago Colibrí) y necesitaba sangre como alimento. Esto justificaba las guerras de agresión contra otros pueblos.
Los aztecas siempre quemaban los templos de los vencidos como señal de victoria. De seguro lo hicieron contra nuestras comunidades mayas y lencas. Lo mismo hicieron después los españoles. Morir era considerado para estos guerreros como “cambiar de habitación sin marcharse de la casa.”Los muertos seguían vivos pero se volvían invisibles.
En 1325 inician la construcción de Tenochtitlan (ciudad de nopales) la capital del imperio. El mito fundante narra que vieron un águila que cazaba una serpiente posada en un cactus. Es una ciudad construida a 2,133 pies de altura. Es hoy la ciudad de México.
El gran fundador del imperio fue el guerrero y sacerdote de nombre Itzcoatl. El imperio fue fundado el año 1440. Le siguió Moctezuma I conocido como El Iracundo. Luego Nezahualcoyotl, Nezahualpilli hasta 1516. En 1512 los españoles desembarcan en Veracruz. En 1519 Hernán Cortes estaba frente a Tenochtitlan. Iniciaba la Conquista.
Los aztecas como pueblo guerrero, como fuerza invasora, llegan a nuestro territorio por oleadas, y se enfrentan a los mayas y a los lencas. Poco a poco van apoderándose del país hasta lograr una presencia dominante. Al final imponen su idioma y su cultura, su visiòn de mundo. Se ubican cuatro grandes olas invasoras que es importante estudiar.
Y así marcha la historia de la resistencia popular a los imperios. Como cristianos entendemos que es Dios que se manifiesta al lado de los oprimidos y los acompaña en sus luchas en todas las naciones y en todas las épocas. Amén.
San Salvador, 20 de noviembre de 2005
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