sábado, 19 de abril de 2008

EN IRAK JESUS SUBE A LOS CIELOS...31-mayo-2004

EN IRAK JESUS SUBE A LOS CIELOS...
Reflexión sobre Lucas 24: 43-53

La ascensión de Jesús de Nazaret a los cielos, luego de su resurrección y las múltiples apariciones a sus militantes, es uno de los principales hechos de nuestra fe cristiana. Establece el vínculo entre la actividad revolucionaria en la tierra y la solidaridad de Dios Padre con los que sufren y luchan. Es el lazo de la fe y la esperanza. Los pueblos suben a los cielos cuando luchan. En Irak Jesús sube a los cielos...

La ascensión de Jesús de Nazaret , líder campesino rebelde que se constituye en hijo de Dios, es un de las expresiones máximas de la naturaleza celestial, misteriosamente trascendente, de la voluntad divina. Es una de las puertas que nos permite entrar a una dimensión que rebasa nuestro entendimiento, a una casa que no conocemos y que se abre exclusivamente con la llave de la fe.

Es asimismo la manifestación inmanente, terrestre, en este mundo lleno del pecado de la injusticia, de la victoria que concede Dios. El Dios que acompaña las luchas de los humillados, y camina junto a aquellos pueblos y naciones que deciden arriesgarlo todo para conquistar su dignidad, el Dios que se alegra cuando los débiles desafían la soberbia de los poderosos. El Dios de la resistencia y de la dignidad.

En este texto de Lucas, se nos habla de cómo Jesús de Nazaret,. al llegar cerca de Betania, levantó la manos en señal de despedida y bendijo a sus seguidores, y mientras hacía esto se alejó de ellos y fue llevado al cielo. Jesús se aleja de sus discípulos para acercarse más profundamente a ellas y ellos. Esto sucede muchas veces en la vida.

Antes de este hecho, Jesús les había explicado a sus militantes del Movimiento Popular que la historia del pueblo de Israel, como la de todos los pueblos del mundo, era una historia de victorias y derrotas, y que cada uno de nuestros esfuerzos individuales y colectivos forma parte del proyecto histórico de liberación, de una sociedad nueva. Les dice: tenía que cumplirse lo que está escrito en la Ley de Moisés. Y esto sucede hoy en Irak, es el espíritu de la resistencia iraquí.

Jesús les abrió las mentes a sus militantes, les explicó con detalle el como iban a continuar la obra, los peligros que correrían, como iban a ser encarcelados y reprimidos por los poderosos, cuando echaran adelante la misión de proclamar el evangelio a todas las naciones. Y en especial cuando los sectores populares se convirtieran y les fueran perdonados sus pecados.

Y en realidad los primeros propagandistas y agitadores, organizadores y teóricos, estrategas y financieros, del Movimiento Popular se lanzaron de lleno a predicar el Evangelio y levantar comunidades en las diversas naciones de esa época, logrando incluso penetrar rápidamente a las fuerzas armadas del imperio, a las famosas legiones romanas, con su mensaje rebelde y subversivo.

Asimismo, Jesús les dice voy a enviar lo prometido por mi Padre, y les aconseja quedarse en la ciudad y evadir la persecución, hasta que llegue el momento en el cual recibirían cada una de ellas y de ellos, y de manera colectiva, la fuerza que viene de arriba. La fuerza que les permitió resistir y al final vencer. La fuerza que impulsa a la resistencia iraquí.

Luego de esto, ellos y ellas volvieron muy alegres a Jerusalén. Volvieron a Bagdad. Tenían la seguridad que nada ni nadie iba a impedir que cumplieran su misión. Estaban llenos de la alegría que da la certeza de la victoria, convencidos de la justeza de la causa de proclamar el reino de Dios.

Jesús subió a los cielos y derrotó de esta manera los planes de los poderosos de humillarlo y castigarlo por desobedecerles. Nos dejó su mensaje poderoso de lucha y de liberación para continuar su obra, con la fuerza que nos da el Espíritu de justicia que es el espíritu de Dios.

El pueblo de Irak, con su ejemplo de sacrificio al resistir la intervención militar de las potencias actuales, norteamericana e inglesa, también sube a los cielos y es recibido por el Dios de la justicia, que protege por igual a musulmanes y cristianos, y que nos llama a la solidaridad con los pueblos que luchan por su liberación e independencia. Amén.

San Salvador, 31 de mayo de 2004

Rev. Roberto Pineda

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