Preparados frente al imperio…
Reflexión sobre Marcos 13:33-37
“Hemos vivido para la alegría; por la alegría hemos ido al combate y por ella morimos…”
Julius Fucik
Este texto de Marcos, que es la culminación del capítulo 13, comprende dos aspectos: trata sobre la represión del imperio a los cristianos y también sobre la venida gloriosa del Hijo del Hombre. Es el texto con el que este año iniciamos Adviento. Abordamos el aspecto relativo a la persecución imperial.
La recomendación fundamental de Jesús de Nazaret a sus militantes fue la de estar siempre alertas, no bajar la guardia, no confiar en las promesas del imperio, mantenerse siempre firmes, estar preparados, perseverar en la oración, construir sus propias fuerzas.
Estén preparados y vigilando…
Para Jesús de Nazaret una de las principales responsabilidades de toda conducción revolucionaria de masas y por lo tanto de toda iglesia, es la de estudiar detenidamente los movimientos que realiza el enemigo para aislar y destruir a las fuerzas del cambio revolucionario.
Es con base a este análisis que los cristianos determinan las estrategias y los instrumentos a utilizar para enfrentar a los enemigos del reino de Dios. Jesús enfatizó en la necesidad que los oprimidos manejaran las diversas formas de lucha para enfrentar al imperio.
Y es por esto que Jesús aconseja fíjense bien: que nadie los engañe. La preparación política comprende el conocimiento de los diversos proyectos del imperio y de la necesidad de impulsar la lucha ideológica contra sus defensores. La claridad política era una necesidad para enfrentar los planes del imperio. La militancia debía identificar claramente a sus enemigos.
La preparación política también comprendía la actitud frente a la represión. Jesús advierte que los cristianos serán llevados los tribunales, serán azotados, encarcelados, desaparecidos. Y en esas situaciones límite el que se mantenga fiel hasta el fin se salvará. Había que resistir la represión.
Y había que mantener la vigilancia frente a las provocaciones del enemigo que no descansa en su objetivo de aplastar al movimiento revolucionario. Y el imperio romano utilizaba a CNN para engañar al mundo y amenazaba a los pueblos con sus portaviones.
No saben cuando será el día
El imperio hace uso de la sorpresa para atacar a la fuerza de los oprimidos. Y es por eso que Jesús recomienda insistentemente que debamos estar preparados para resistir, y no hay que dormirse. Hay que estar siempre despiertos, alertas, preparados. Recuerdo un estudiante hondureño en 1989 que gritaba en Pyongyang: “Alerta…alerta…alerta… que camina el antiimperialismo por la América Latina.”
El peligro radica en que el imperio nos encuentre dormidos. Ya ha sucedido muchas veces. El imperio espera el momento más adecuado para golpear. El momento de mayor debilidad o aislamiento. El imperio cuenta con todos los medios a su alcance. Nosotros tenemos la fe de la dignidad y no podemos dormirnos.
Los mártires del Frente Democrático Revolucionario
Hace 25 años, muchas cosas sucedieron hace 25 años, 1980 fue como un año síntesis, un 27 de noviembre fueron capturados seis dirigentes del mayoritario Frente Democratico Revolucionario, FDR, el histórico, que estaban reunidos en el Externado San José.
El ejército realizó un amplio operativo militar, fueron capturados por la mañana y por la tarde aparecieron sus cuerpos torturado en la calle hacia el Lago de Ilopango. Fue un golpe muy fuerte. El imperio aplastaba a los líderes de la resistencia.
Sus nombres ocupan lugar destacado en el altar de nuestros mártires. Ellos son su presidente Enrique Alvarez Córdova, del MIPTES, Manuel Franco, del UDN, Juan Chacón, del BPR, Humberto Mendoza, del MLP, Enrique Barrera, del MNR y José María Maravilla y Francisco Barrera, de la UPT.
De estos siete conocí a tres. Conocí a Manuel Franco en 1974, yo era de la Asociación de Estudiantes de Secundaria y él era del Frente de Acción Universitaria. Me acuerdo que era tranquilo, callado, sonreía, hablaba con seguridad pero no mucho. Estudiaba Derecho y fue presidente de AGEUS. Cuando murió recien regresaba de un viaje por el Oriente Medio y venía con bigote, lo que lo hacía lucir diferente.
A Enrique Alvarez Córdoba lo conocí en Detroit, Estados Unidos, dos meses antes que lo mataran. Era una conferencia sobre Teología en las Américas a la que habían sido invitados como dirigentes del FDR. También asistieron Salvador Arias y Ruben Zamora. Tenía una personalidad carismática. Persuasivo y simpático, amable. Hubiera sido seguramente el Presidente de un nuevo El Salvador.
A Juan Chacón lo conocí en las oficinas del Comité Ecuménico de Ayuda Humanitaria, CEAH, que funcionaba en el Arzobispado. Llegaba clandestino. Era callado, de pocas palabras, muy serio, llevaba sobre sus hombres el peso de dirigir al Bloque Popular Revolucionario, la más grande organización de masas que hemos construido como pueblo.
Me pongo a pensar que las necesidades de hacer avanzar el proceso y el ambiente insurreccional que se vivía a finales del año ochenta, nos hicieron olvidar reglas básicas de compartimentación, que le permitieron al enemigo acabar con parte fundamental de la conducción nacional del movimiento popular. Nos golpearon el corazón del movimiento popular.
25 años despues no podemos dormirnos…
Y 25 años despues, con una guerra a nuestras espaldas, y trece años de posguerra, habría que preguntarnos seriamente si el sistema no nos ha dormido y pensamos que este espejismo de libertades públicas y de permitir ciertos espacios de poder formal, de contar con diputados y alcaldes, no será roto cuando el imperio vea en serio peligro su dominación, como sucedió con la campaña presidencial de Schafik. No podemos confiarnos.
Dios Padre y Madre te pedimos que nos des la sabiduría y la voluntad para no bajar la guardia, para estar siempre vigilantes, para no confiar en las promesas del imperio, para no sucumbir ante sus dólares empapados en la sangre de nuestros mártires, para recibir el Espíritu de fe, de resistencia y de dignidad, siempre preparados frente al imperio, amén.
Rev. Roberto Pineda
Iglesia Luterana Popular de El salvador
San Salvador, 27 de noviembre de 2005
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