lunes, 31 de diciembre de 2007

Evocación a Orlando Castro de la Cotera 12-nov-01

EVOCACION A ORLANDO CASTRO DE LA COTERA

“si te das a ti mismo en servicio del hambriento, si ayudas al afligido en su necesidad, tu luz brillará en la oscuridad, tu sombra se convertirá en luz del mediodía...” Isaías 58:10

Orlando Castro de la Cotera ha partido a reunirse con el Señor. Como Iglesia Luterana hemos perdido a un amigo, como sociedad salvadoreña ha fallecido un luchador por la justicia y el derecho. Inclinamos nuestra enseña ante su vida y su testimonio de amor y de verdad.

Un luchador por la justicia

Lo conocimos defendiendo los derechos de una cooperativa campesina de San Pedro Masahuat, que tenía a sus dirigentes, la mayoría ancianos ya, encarcelados y acusados de usurpación de tierras.Lo vimos poner sus energías al servicio de la justicia.

Lo conocimos defendiendo los derechos de los trabajadores del diario Latino,que se encontraba bajo la amenaza de cierre del periódico y del despido de sus trabajadores. Lo vimos poner su inteligencia al servicio de la verdad.

Lo conocimos levantando la bandera de la unión centroamericana como dirigente del Partido Unionista Centro Americano (PUCA). Lo vimos poner su voluntad al servicio de la causa de la unidad centroamericana.

Un amigo de nuestra iglesia

Orlando Castro de la Cotera fue un amigo cercano de nuestra iglesia y de nuestro obispo Medardo Gómez. Su amistad nos enorgullecía y ratificaba la justeza de nuestro camino evangélico al servicio de los pobres y los excluidos.

Damos testimonio que fue una persona de una profunda fe en el Dios de la justicia y el derecho, en las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo y que desarrollaba sus múltiples actividades movido por el Espíritu Santo.

Damos testimonio que fue una persona que se sacrificó por los demás. En sus últimos años la diabetes le quitó una pierna, luego la otra, quedo sin piernas, pero nunca dejó de caminar los caminos de lajusticia,nunca dejó de luchar...

Era una persona de un carácter indomable, de un fuerte optimismo, de una alegría desbordante y desbordada,nadie lo detenía, incansable, ocurrente, no conocía los obstáculos, nada lo hacía flaquear y siempre estuvo en pie de lucha...

Era una persona de una grandiosa esperanza. Siempre daba ánimo a los demás para seguir luchando hasta alcanzar la victoria. Era una fuente inagotable de entusiasmo. Un enamorado de la vida y de la lucha.

Era una persona que practicaba la solidaridad. Siempre estaba en disposición de ayudar al débil y al necesitado. Estamos seguros que ya se encuentra en la casa del Señor preguntándole que hay que hacer en los cielos para ayudar a los que lo necesitan.

Nos da mucha alegría haberlo conocido y ver brillar en sus ojos la llama de un futuro sin desigualdades ni angustias para los hijos e hijas de este país, que él tanto amó y al que dedicó su vida y sus sueños.

Los que lo conocimos guardaremos en nuestra memoria y en nuestro corazón la figura de un amigo, de un ciudadano preocupado por la calidad de vida de la población, de un luchador por la causa de la unidad centroamericana y por la causa de los derechos humanos y la dignidad del pueblo salvadoreño. ¡Qué Dios lo tenga en su Gloria!

Rev. Roberto Pineda
San Sa1vador 12 de noviembre de 2001

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