Jesús de nazaret: rey de las naciones
Reflexión sobre Lucas 23: 35-43
El reconocimiento del carpintero Jesús de Nazaret como Señor y Rey de las Naciones así como hijo de Dios fue un trago amargo, impasable, para los sectores poderosos de su época, y los obligó a construir mecanismos de falsificación del carácter subversivo y radical del proyecto político que Jesús encarnó, y por el que fue asesinado y resucitó.
Entre estos mecanismos de falsificación del mensaje de Jesús, figuran entre otros, la pretensión de arrebatarle su identidad popular, transformándole precisamente en lo que él rechazó y condenó: una figura palaciega parecida a los monarcas que existían en su tiempo.
Lamentablemente, a partir de Constantino, un sector del Movimiento de Jesús decide convertirse en Iglesia del sistema dominante, por lo que gradualmente se asumen perfiles semejantes a los de este "mundo pecador" y de los cuales todavía no logra desembarazarse, tanto en el ámbito de iglesia católica romana, de las iglesias ortodoxas o de nuestras iglesias protestantes.
Por esto se hicieron desde la teología múltiples esfuerzos por ocultar el origen humilde de Jesús y principalmente por silenciar su praxis liberadora, radical, subversiva y comprometida con los pobres. Esto explica el esfuerzo por proyectar el poder glorioso del Cristo resucitado, que era del linaje real de David. Un Dios surgido de los palacios. No un Dios nacido en un establo.
Por otra parte, la glorificación de Jesús de Nazaret también representó la victoria de los humillados sobre los opresores, la victoria de Jesús sobre los poderes de la tierra, su justificación frente a Dios, su exaltación.
Debe señalarse que ambas dimensiones de la vida de Jesús, la humana y la gloriosa, la inmanente y la trascendente, la histórica y la divina, son parte del misterio de un Dios que decidió encarnarse, para mostrar su solidaridad infinita con la humanidad que sufre y que sueña. El proceso ulterior de glorificación y exaltación de Jesús de Nazaret tuvo dos vertientes básicas: una reaccionaria y otra progresista.
La primera orientada a trasladarle al Jesús glorificado, al Cristo, las características de los poderosos de su tiempo, mientras la segunda estuvo dirigida a reivindicar la victoria de Jesús sobre las fuerzas del mal y de la opresión. En el desarrollo posterior de la iglesia, ambas visiones y sus respectivos intereses sociales, se enfrentan, se traslapan, se confunden y hasta se fusionan en diversos sistemas teológicos.
Es en este marco que se celebra el domingo de Cristo Rey, con el que concluye el año litúrgico y termina la temporada de Pentecostés. En la lectura seleccionada, nos encontramos a Jesús que ha sido ya capturado y se encuentra viviendo momentos difíciles, está siendo interrogado y maltratado. Existen diversos personajes colectivos que aparecen en escena y que reflejan diversas actitudes frente a Jesús que siguen vigentes en la cotidianidad de nuestras iglesias.
La gente estaba allí mirando...
Lo más seguro es que estos eran seguidores de Jesús pero adoptan una actitud pasiva de expectativa. Deciden esperar a que se desarrollen los acontecimientos y ojalá que estos beneficien a la causa. Es probable que la muerte de Jesús los haya derrotado. Simpatizan pero no participan. Nos sucede frecuentemente. Decidimos no participar y que sean otros los que nos resuelvan los problemas.
La captura y posterior asesinato de Jesús provocó dentro de su Movimiento temores y expectativas. Generó el temor al fracaso y la inminente represión. Algunos pensaron que todo había sido en vano y que al final los poderosos afianzaban su dominio. Lo mejor era irse y tratar de olvidar lo que había pasado, regresar a la cotidianidad de su vida.
Otros esperaban que se produjera una catástrofe cósmica con repercusiones políticas y militares y que legiones de ángeles bajaran del cielo y destruyeran con sus armas poderosas a sus enemigos. Otros y otras, sería mejor decir otras y otros, únicamente esperaban, con el corazón rebosante de esperanza.
Las autoridades y los soldados se burlaban de Jesús
Las autoridades políticas y religiosas judías y los militares romanos necesitaban deslegitimar a los ojos de la población el prestigio alcanzado por el Movimiento de Jesús mediante la captura, enjuiciamiento y crucifixión de su dirigente máximo. Esto era una necesidad frente al crecimiento de la influencia política y religiosa de Jesús de Nazaret.
Los representantes del establishment se deleitaban con la captura de Jesús. En sus cálculos gravitaba la idea que la muerte de Jesús significaba el fin de su Movimiento, el olvido de su doctrina, la destrucción del sueño de justicia y paz, la supresión de la esperanza... Pero se equivocaron.
De igual manera reaccionaron las dictaduras militares latinoamericanas con la doctrina de seguridad nacional, reprimiendo a los movimientos populares en los años setenta y ochenta del siglo pasado. En nuestro pasado reciente, recordamos como altos jefes militares e incluso obispos se burlaban y difamaban a Monseñor Romero. Y después lo asesinaron. También se equivocaron.
Los poderosos, los dueños del poder político, económico, militar y religioso continúan burlándose del sufrimiento de los humildes. Es una burla para la humanidad la reunión que acaba de celebrar en Doha, Qatar, la Organización Mundial del Comercio.
De manera desvergonzada decidieron iniciar una nueva ronda de negociaciones que se traducirá seguramente en mayores despidos de trabajadores así como en mayores ganancias para unas cuantas corporaciones que se benefician de este modelo económico incompetente e injusto.
Los crucificados junto con Jesús se dividen
Junto con Jesús fueron crucificados dos "criminales". La muerte en cruz se establecía para los acusados de rebelarse contra el poder romano. Por lo tanto estos dos crucificados serán prisioneros políticos, quizás celotes. Eran personas alzadas en armas contra el sistema romano.
Uno de ellos adopta la misma actitud de las opresores, se burla de Jesús y hasta lo insulta, no entiende el mensaje del reino de Dios y se identifica con el mismo sistema que combatía. El otro, reconoce a Jesús como el Mesías y le solicita formar parte de su causa.
Le dice: Acuérdate de mí cuando comiences a reinar. Jesús le responde: te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso. Estas dos actitudes las encontramos entre los pobres, los que internalizan los códigos de la opresión y los que se liberan y deciden caminar en dirección al reino de Dios.
Jesús de Nazaret, hijo de José y de María, de oficio carpintero, Dios convertido en humano, decidió morir por nuestra salvación, por el perdón de nuestros pecados, por la liberación de los desheredados, por el derecho a soñar con un mundo nuevo: el reino de Dios, basado en la paz y la justicia. Nos queda la invitación a seguirlo.
Y nos comprometemos a seguirlo. Seguimos confiando en la promesa de Jesús. Dedicamos nuestra inteligencia, nuestra voluntad, nuestro tiempo, a proclamar las buenas nuevas del reino y a gritar con todas nuestras fuerzas:
¡Viva Cristo Rey! ¡Jesús de Nazaret, rey de reyes y señor de señores!
---
Rev Roberto Pineda
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario