Jesús y el misterio de la oración 30-nov-01
"Pidan y Dios les dará; busquen y encontrarán; llamen a la puerta y se les abrirá..."
Mateo 7-7
Jesús de Nazaret no se cansaba de repetir a sus militantes sobre la necesidad de practicar la oración, como medio de comunicación con el misterio de la divinidad. Es por medio de la oración que platicamos con Dios, que Él nos escucha y responde.
La espiritualidad profética de nuestra Iglesia se fundamenta precisamente en la experiencia de la oración, colectiva y personal. La oración siempre acompaña nuestro testimonio religioso, social y político, antes, durante y después del conflicto armado. Nos ha cobijado en los momentos de angustia y de tristeza y nos ha bendecido en los momentos de alegría y felicidad.
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Pero también debemos de reconocer con humildad que en muchas de nuestras iglesias, que se hacen llamar cristianas, la oración es manipulada y se utiliza como instrumento para escapar y aislarse del mundo fomentando el individualismo, o como herramienta para esclavizar conciencias y afianzar la opresión de los pobres, promoviendo el fatalismo. Ambas dimensiones coadyudan al conformismo social y al acomodamiento político.
Las iglesias de la protesta
Por otra parte, la oración es un probado instrumento de liberación, de fortalecimiento y crecimiento espiritual, infunde ánimo en la lucha. Los héroes y mártires de la fe han entregado sus vidas con la oración en sus labios y la sonrisa en sus rostros, con la confianza plena que su sacrificio no era en vano y que al final de todo, la justicia de los débiles prevalecerá sobre la voluntad de los poderosos.
La oración es asimismo el núcleo más básico e íntimo de nuestra experiencia religiosa. El rincón más sensible de nuestra interioridad. El espacio más sagrado de nuestra voluntad. El tejido más sensible de nuestro ser. El lugar donde radica nuestra fuerza y nuestra esperanza.
Es por medio de la oración que tomamos conciencia de la presencia de la alteridad, de la existencia del misterio que rebasa nuestras capacidades humanas, de nuestra humanidad reflejada en la trascendencia. La oración nos otorga humanidad.
La oración penetra en los territorios del diálogo, la convocatoria, la fe y la esperanza. Es diálogo entre la humanidad y la divinidad, puente entre la inmanencia y la trascendencia, entre la historia y la fe; es convocatoria a la alegría, es fe en el Crucificado y el Resucitado, es la esperanza que Jesús viene pronto.
Jesús de Nazaret vivió en y desde la oración. Todos los momentos de su vida estuvieron rodeados por el don de la oración. En los momentos más difíciles, recurrió a la oración para conocer la voluntad de su Padre, no rendirse, tener fuerzas y la certeza del triunfo definitivo. En Getsemaní presenciamos el papel de la oración en la definición del camino de Jesús. Jesús de Nazaret luchó en y desde la oración.
En la lectura seleccionada, Jesús instruye a sus seguidores en la oración. Nos dice: "pidan y Dios les dará". "Nuestro Padre siempre nos está escuchando, esta pendiente del rumbo de nuestras vidas". "Busquen y encontrarán". Hemos sido convocados a la vida y a la lucha, a trabajar con todas nuestras fuerzas para que prevalezca la paz y la justicia. "Llamen a la puerta y se les abrirá". Jesús nos invita a soñar, a imaginarnos el futuro del reino de Dios. Amén.
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