lunes, 31 de diciembre de 2007

Juan y el río en el desierto 9-dic-01

Juan y el río en el desierto
Reflexión sobre Mateo 3:1-12

Los evangelios coincidieron en calificar a Juan el Bautista como el principal precursor de Jesús de Nazaret y de su Movimiento Popular de Liberación. Se le considera el antecedente histórico del pensamiento básico y la praxis liberadora de Jesús de Nazaret.

La personalidad de Juan el Bautista fue enérgica y decidida, clara y determinada, su vida, su mensaje y su muerte son parte importante del núcleo inicial de fundadores de una nueva visión religiosa, que recuperaba el fermento liberador, profético, comprometido del Antiguo Testamento.

Uno de los méritos principales de Juan el Bautista fue el de reconocer a Jesús de Nazaret como el Mesías, el Ungido. Tuvo la suficiente visión y claridad para aceptar que la inminencia del Reino de Dios estaba vinculada a la vida de Jesús de Nazaret. Tuvo la humildad para inclinarse ante la realidad humana y divina de Jesús de Nazaret.

Dime de donde predicas, y te diré quien eres

En la lectura seleccionada, nos encontramos a Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea. Es muy importante resaltar que predica desde el desierto, no desde el templo y mucho menos desde el palacio. Esto lo determina. Ubica el mensaje. Dime de donde predicas y te diré quien eres. Es muy difícil, casi imposible predicar desde los palacios, desde allí solo se ordena, es muy difícil también predicar desde los grandes templos y las catedrales, desde allí se llegan a arreglos con los poderosos. El desierto es la lucha y no el acomodamiento.

Pero Juan no solo es el profeta del desierto(de Judea) es también el bautizador del río(el Jordán). Juan predicaba en el desierto y bautizaba en el río. Predicaba y bautizaba. Su entorno profético era el desierto y el río. La misión y la esperanza. Juan amenazaba e invitaba. Su mensaje tenía la fuerza del viento del desierto:

Vuélvanse a Dios, el reino de Dios está cerca

Mateo nos describió a Juan y debemos agradecérselo, no se atrevió a describirnos a Jesús. Su vestimenta de nuevo nos precisa su misión y el carácter de su mensaje. Dime como te vistes, y te diré quien eres. Se vestía con ropa de pelo de camello. Incluso se nos dice como se alimentaba. Dime como te alimentas, y te diré quien eres. Se alimentaba de langostas y miel silvestre. Nuestra vestimenta y nuestra alimentación nos dan pistas sobre quienes somos, a que le apostamos, que perseguimos en la vida, cuales son nuestros sueños y temores.

El mensaje de liberación de Juan el Bautista era escuchado por muchedumbres en la región de Judea y venía gente hasta de Jerusalén para oírlo. Su mensaje para los pobres era un río en el desierto. Era la certeza de que Dios no los había olvidado. Era motivo de alegría y de seguridad en el futuro. Era causa de esperanza. Dios estaba con ellos y ellas. La gente confesaba sus pecados y Juan los bautizaba. Los bautizaba en el río Jordán. En el río del perdón y la salvación. En el río de la alegría y la esperanza.

Juan el Bautista, lo mismo que después Jesús de Nazaret, comprendió con claridad la necesidad de enfrentarse y derrotar a los representantes de la ideología dominante, a los fariseos y saduceos. Y se enfrenta con una indignación insuperable, que nos queda como herencia gloriosa de un dirigente popular que gritó con todas sus fuerzas a los explotadores y opresores de todas las épocas y todos los países:

¡Raza de víboras! ¿Quién les ha dicho que van a librarse del terrible castigo que se acerca?

El estilo combativo de Juan solo puede entenderse como resultado de un enfrentamiento muy agudo, en el que se hacía necesario destrozar la argumentación de los adversarios ideológicos, así como responsabilizarlos por promover la confusión y el desanimo entre la gente. El estilo de Juan es categórico:

Todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al fuego

Un aspecto básico del mensaje de Juan es el reconocimiento de la provisionalidad de su actuación histórica y de la calidad de su bautismo en comparación con el mensaje y el bautismo definitivo (del Espíritu Santo) de Jesús de Nazaret y su Movimiento Popular de Liberación.

Uno de los grandes desafíos que tienen planteadas las iglesias que se hacen llamar cristianas en nuestro tiempo es el de asumir en la mejor tradición de Juan el Bautista, el reconocimiento y denuncia de los fariseos y saduceos actuales, que se acercan a nuestras iglesias para ser bautizados mientras en sus corazones habita el veneno del egoísmo, el orgullo, la envidia y la prepotencia.

Nos corresponde como seguidores de Jesús de Nazaret actualizar el Espíritu de lucha de Juan el Bautista, por el cual fue denunciado, encarcelado y asesinado; por el cual mereció el respeto de nuestro Señor Jesús. En Juan, el sonido del río de la esperanza y de la lucha se nos acerca para escucharlo en el desierto del mundo y de la vida.

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