LA BOTIJA O LA BUSQUEDA DE LA FELICIDAD
"José Pashaca era un cuerpo tirado en un cuero..."
Salarrué (1899-1975) logró plasmar en su obra literaria, en particular en Cuentos de Barro las angustias y esperanzas, las tristezas y alegrías, de los sectores populares salvadoreños de principios del siglo pasado. Y lo hace con mucha ternura y originalidad. Es un clásico de nuestra literatura.
La primera historia de Cuentos de Barro, llamada La Botija, narra la aventura de José Pashaca, un indígena "haragán" que se transforma en una persona trabajadora y solidaria al lanzarse a la búsqueda de un sueño, la de encontrar un tesoro escondido, que al final el mismo acumula con su esfuerzo y decide al final compartir.
José Pashaca era un indio "holgazán", su mamá, la Petrona Pulunto, lo mantenía. En el fondo, inconscientemente, rechazaba ir a construirle la fortuna al patrón, ser explotado como sus hermanos, era una forma de resistencia que no se orientaba a la rebeldía sino a la pasividad.
Un día, de manera casual, José Pashaca escuchó de un anciano del pueblo, de ño Bashuto un cuenterete, que en las aradas aparecían huacas llenas de pisto, tesoros escondidos por los agüelos de nosotros.José Pashaca escucha la palabra y cree. Un sueño se apodera de su vida y la transforma. En clave cristiana, diríamos que se convierte, porque ño Bashuto "de lo dicho, dejaba las cáscaras."
Tras la reja iban arando sus ojos...
Y José Pashaca se lanza a la búsqueda del sueño, a trabajar con todas sus fuerzas para encontrar la huaca con pisto, las botijas llenas dioro. De haragán pasa a ser trabajador. De indiferente pasa a ser luchador. De egoísta pasa a ser solidario.
El no trabajaba, él buscaba las botijas llenas de bambas doradas...
A medida que busca el tesoro escondido, José Pashaca se vuelve solidario y pasa a ayudar a los demás, y a ser reconocido por los demás. Se vuelve parte de una comunidad de trabajadores que lo admiran y lo aceptan.
No se daba cuenta de que tenía la huaca. Lo que él buscaba era una botija...
José Pashaca sin pensarlo, fue construyendo con su trabajo, el sueño que buscaba. Lo fue modelando con sus manos callosas, lo fue amasando con el sudor de su frente, con el esfuerzo de sus pasos cansados, de su espalda golpeada por el sol o la lluvia.
Cuando el cansancio acumulado golpeó la salud de José Pashaca, obseramos su momento de gloria, la decisión de entregar el sueño a otros, él entierra el tesoro acumulado para que otros signa buscando "pa que no se diga que ya nuai botijas en las aradas..."
Todos nosotros y nosotras somos José Pahaca en determinado momento de nustra vida. Escuchamos la palabra de cambio, de liberación, y decidimos abrazar ese sueño y nos volvemos luchadores y acumulamos experiencia y trayectoria, y al final de nuetras vidas, enterramos el tesoro acumulado para que otros sigan buscando, para que otros y otras sigan luchando. Es nuestra herencia , nuestra contribución para un mundo mejor "pa que no se diga que ya nuai botijas en las aradas..."
Rv. Roberto Pineda 23 de septiembre de 2001 rpineda@saltel.net
domingo, 30 de diciembre de 2007
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