domingo, 6 de enero de 2008

El Pentecostés es lucha y esperanza 20-mayo-02

Reflexión sobre Juan 20:19-23.

Pentecostes significa presencia de Dios; acompañamiento de Dios; la certeza que Dios nunca nos abandona, siempre camina con nosotros y nosotras, en los momentos tristes y en los momentos de alegría. Nunca estamos solos cuando tenemos fe, y es en la lucha que crece la esperanza.

Luego del asesinato de Jesús de Nazaret se desencadenó una violenta represión contra sus seguidores. Y fueron encarcelados desaparecidos, dispersados, diezmados. Fíjense que el texto nos habla que se reunían "con las puertas cerradas." Experimentaron el temor, la angustia y la incertidumbre.

Cuando el temor se apodera de nuestras vidas nos bloquea la esperanza. No sabemos que hacer, hacia donde caminar. Nos sentimos arrinconados, derrotados, inmovilizados. Así se sentían los seguidores de Jesús y no era para menos, habían presenciado la prepotencia romana de su cruel asesinato y esto los golpeó profundamente. Estaban temerosos y angustiados. Se sabían perseguidos y la luz de la esperanza que era Jesús se había apagado.

Era tal su temor que no reconocen a Jesús resucitado y este se ve obligado a mostrarles las manos y el costado. El temor y la angustia los domina de tal manera que no les permite reconocer a su antiguo camarada de luchas y de sueños, al galileo rebelde, al predicador subversivo que fue crucificado. Están esclavizados, sometidos, humillados.

Jesús los busca y los encuentra y con una gran alegría los saluda desde el fondo de su corazón: Shalom! La Paz sea con ustedes! Les grita con todo su cuerpo, con su voz victoriosa: aquí estoy, no pudieron matarme, fracasaron los imperialistas, tengan confianza, recuperen la esperanza, hay que organizarnos de nuevo, hay que recorrer las aldeas, reanudar los contactos, vamos hacia la victoria, la lucha continúa...

Jesús resucitado les repite el mismo mensaje: "así como el padre me envió a mí así yo los envío a ustedes." Hay que ponerse de nuevo en el camino para predicar las Buenas Nuevas del Reino de Dios; hay que gritar más fuerte para denunciar las injusticias, hay que abrir nuestros corazones a la solidaridad con los que sufren, hay que acompañar a los que sueñan y luchan.

Y Jesús resucitado sopló sobre ellos, coordinó, planificó, los entusiasmo para vencer el temor y continuar la lucha, para ir construyendio el Reino en cada familia, en cada comunidad, en cada país, en cada continente. Firmes y adelante para no temer a los que matan el cuerpo pero no pueden matar nuestro Espíritu de lucha.

Con toda la fuerza del amor y del compromiso, Jesús les proclama: reciban el Espíritu Santo. Reciban la fuerza de lo alto que nos impulsa a luchar por la justicia, por la verdad, por la alegría. La fuerza que nos permite enfrentarnos a los poderosos y defender a los débiles. La fuerza que nos hacer ser comunidad en un mundo dividido. La fuerza de Pentecostés.

Pentecostés es muy importante porque muchas veces nos sentimos en Latinoamérica como esos discípulos de Jesús que estaban atemorizados ante el poderío romano. Muchas veces pensamos que no existe otra salida más que rendirnos y asimilarnos, buscar como integrarnos al sistema ya que los enemigos son muy poderosos.

Y nos sentimos acorralados por los problemas, por los conflictos, por las deudas, por el temor al futuro. Y es en esos momentos que debemos de repetirnos: la Paz sea con ustedes, la Paz sea con nosotros y nosotras! Tenemos el Espíritu Santo, nada ni nadie podrá derrotarnos!

Cada persona debe buscar su propio Pentecostés. Cada uno de nosotros y de nosotras tenemos nuestro propio Pentecostés, porque Dios nos ama, porque Jesús nos lo prometió y porque tenemos la seguridad que el Espíritu Santo se ha derramado sobre nuestros pueblos que sufren y sueñan, que caminan y creen. Amén.

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Rev. Roberto Pineda
rpineda@saltel.net
San Salvador
* Predicación en Vigilia de Pentecostés,
18 de mayo de 2002, de Iglesia Luterana La Resurrección,
San Salvador, El Salvador.

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