Mateo 13: 1-9,18-23
Jesús de Nazaret supo captar los diversos estados de ánimo de los sectores populares, identificó sus certezas y sus dudas, sus evidencias y enigmas, los distintos niveles de penetración de la ideología dominante así como los destellos de un pensamiento crítico.
Comprender como la gente pensaba y sentía era una necesidad urgente, ya que el Movimiento de Jesús elaboró su línea estratégica y definió sus formas de lucha, a partir de la disposición a enfrentarse contra el imperio romano y sus servidores coloniales.
En esta lectura, Jesús hace uso de la educación Popular, de las parábolas, para explicar las diversas conductas que se manifiestan en la población, como resultado de la predicación del mensaje evangélico, del discurso revolucionario, del llamado a la lucha.
El sembrador, la semilla y la tierra
Jesús utiliza la figura del sembrador, de la semilla y de la tierra como elementos principales de un proceso que puede culminar en la toma de conciencia, en el desinterés por la causa revolucionaria, en asumir la defensa del opresor o en integrarse al sistema de dominación.
El mensaje revolucionario, la predicación evangélica, es un discurso dirigido a todos y todas, para la sociedad en su conjunto, pero Jesús clasifica a los oyentes de acuerdo a las respuestas y a los silencios frente al llamado al seguimiento, en cuatro grupos básicos: los que están en el camino, en las piedras, entre espinas y en buena tierra.
En el camino...
Los que están en el camino oyen el mensaje, la semilla del sembrador, pero no lo entienden, y viene el maligno y les arrebata el mensaje sembrado en su corazón. Son los sectores políticamente más atrasados de la población. Los poderosos los manipulan en sus proyectos. Han internalizado el temor al cambio y repiten el discurso de los opresores. No tienen conciencia de su rol histórico, están dispersos y viven sin esperanza.
En las piedras...
Los que están en las piedras, oyen el mensaje, la semilla del sembrador, y lo reciben con gusto, pero como no tienen suficiente raíz, no se mantienen firmes, cuando por causa del mensaje sufren pruebas o persecuciones, pierden la fe. Estos son los sectores vacilantes. Se encienden rápidamente y asimismo se apagan. Nuestro pueblo los llama "llamarada de tusa." El temor les gana la partida. Se guían por sus intereses personales únicamente.
Entre espinas...
Los que están entre espinas, oyen el mensaje, la semilla del sembrador, pero los negocios de este mundo les preocupan demasiado y el amor de las riquezas los engaña. Todo esto ahoga el mensaje y no lo deja dar fruto. Estos son los sectores vinculados al poder romano, que se encargan de administrar los asuntos del invasor, son los sacerdotes saduceos y también muchos fariseos.
En buena tierra...
Son los que oyen el mensaje y lo entienden y la semilla del sembrador cae en buena tierra y da una buena cosecha; con espigas de 100, 60 y 30 granos por semilla. Estos son los sectores revolucionarios, que atienden al llamado de Jesús y lo abandonan todo por seguirlo. Consagran su vida a la liberación de su pueblo. Son los militantes y simpatizantes del Movimiento Popular de Jesús de Nazaret.
En El Salvador...
En nuestro país presenciamos la existencia de estos cuatro modelos de conducta. La mayoría de la población cae en el primer nivel, están en el camino, son los que votan por el partido ARENA, y siendo pobre defienden la validez del proyecto neo-liberal. Són sectores engañados por la ideología dominante, manipulados por los partidos políticos, los medios de comunicación y las iglesias.
El segundo sector, en las piedras, es un sector que surge y desaparece. Es difícil encontrarlo en nuestro país debido al ya prolongado reflujo del Movimiento Popular. Su característica es el de surgir al calor de las luchas populares.
El tercer sector, el de la semilla entre las espinas, esta representado por las capas financiera y comercial de nuestra oligarquía. Es un sector que vive en el lujo y la opulencia y ocultan sus mansiones y riquezas con decenas de elementos de seguridad privada. Viven en el temor. Viven en el pecado. Han vendido el alma al maligno de la globaliberalización.
Y el último sector, es también muy minoritario, aunque es semilla en buena tierra, es el remanente revolucionario, la iglesia profética que siempre permanece y encuentra sus raíces en la praxis liberadora de Jesús de Nazaret. Amén.
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