Ayer visite el lago sagrado de los Incas, el Titikaka
Quede maravillado por la serenidad de sus aguas azules, que acompañan el silencio de sus altas planicies; por el rostro milenario de sus habitantes que continúan cultivando la papa envueltos en sus ropajes multicolores, conscientes de vivir en la cuna mítica de las civilizaciones andinas. Estaba en el frío altiplano boliviano, frente a un gigante sagrado. Con el corazón emocionado por la inmensidad de las praderas.
El pueblo boliviano, y en general los pueblos andinos, son herederos de una rica tradición cultural, con múltiples vertientes, entre las que sobresalen las tradiciones del Altiplano, y entre estas, nos impacta el imaginario religioso inca. La civilización inca abarcó en su época de esplendor, amplios territorios sudamericanos y representó un alto nivel de desarrollo político, económico, militar y religioso.
En la concepción religiosa inca, Viracocha es la divinidad suprema
Es el Formador y el Creador. Con su sabiduría y su fuerza sostiene el universo. Es el creador del cielo y de la tierra y de los pueblos andinos. Cuando el mundo se encontraba a oscuras, Viracocha decidió crear el sol y la luna, para iluminar durante el día y durante la noche.
Fue Viracocha el que tomó la decisión para que Manco Capac y Mama Ocllo emergieran de las aguas del lago sagrado, y fundaran el imperio de los incas, el Tahuantinsuyo, y lo dividieran en las cuatro direcciones de la tierra.
Viracocha, Maestro del Mundo, también decidió formar a los habitantes de la tierra. Y para esto esculpió gigantescas figuras de piedra y les dio vida aunque vivían en la oscuridad. Pero estos gigantes se negaron a trabajar y se pelearon entre sí. Por esto fueron destruidos, a unos los petrificó y a otros los ahogó en un diluvio. Solamente salvó a tres gigantes con los que creó una nueva raza.
Una de las figuras más relevantes de la cosmovisión inca es la del Inti, encarnación del Sol y divinidad responsable de conducir los asuntos de los pueblos, de gobernar la tierra. Era la divinidad popular más importante y se consideraba que los reyes eran hijos del Inti.
Uno de los conceptos más significativos de la religiosidad inca es el de la Pachamama, divinidad que simbolizaba al universo, al tiempo y al espacio, a la vida y a la muerte, a la Madre Tierra que nos cobija y nos alimenta. Es la divinidad que da la vida, que engendra, que es madre de todos y de todas. Es una divinidad amenazada por la civilización de los blancos y de los bancos.
El imaginario inca se encuentra presente en las praderas del Altiplano boliviano, pero también en las calles de La Paz. Se encuentra presente en el aymara y el quechua que siguen vigentes en los labios de los hablantes. En sus rostros cobrizos se refleja la grandeza de un imperio, el sufrimiento de la explotación y la esperanza de una mundo nuevo.
Es en este mundo andino que peregrina la Iglesia Evangélica Luterana de Bolivia, profundamente indígena y profundamente comprometida con el trabajo por la paz y la justicia de este pueblo. Como luteranos salvadoreños nos identificamos con este sueño y con esta esperanza.
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Rev. Roberto Pineda
rpineda@saltel.net
San Pablo Tiquina (Bolivia)
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