sábado, 5 de enero de 2008

Monseñor Romero y la visita del presidente Bush a El Salvador 2-marzo-02

La visita del presidente norteamericano George Bush el próximo 24 de marzo es una abierta provocación a los sectores populares organizados de El Salvador, y refleja la prepotencia imperial de Washington.

El 24 de marzo es un día sagrado para los salvadoreños y salvadoreñas ya que se conmemora el XXII Aniversario de la muerte martirial de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 por su compromiso con la verdad y la justicia.

Monseñor Romero fue un activo defensor de los derechos humanos, lo que lo llevó a criticar abiertamente la ayuda militar brindada por el gobierno norteamericano a la dictadura militar salvadoreña. Incluso escribió una carta al entonces presidente James Carter pidiéndole la suspensión de la ayuda militar a El Salvador.

Los Estados Unidos no modificaron su posición y durante todo el conflicto armado (1980-1992) proporcionaron miles de millones de dólares en armamentos y adiestramiento para sostener a un régimen militar corrupto y sanguinario.

Propósitos de la visita

La Administración Bush pretende con esta visita, tanto golpear la dignidad de nuestro pueblo como también medir el nivel de respuesta del movimiento popular, evaluar si nos encontramos arrodillados o estamos en pie de lucha por nuestra dignidad y soberanía.

El gobierno norteamericano, a partir de los acontecimientos del 11 de septiembre, impulsa una estrategia latinoamericana de seguridad que prioriza lo militar sobre lo diplomático, la amenaza sobre el diálogo, ofrece la zanahoria de los tratados comerciales pero amenaza con el uso del garrote de la intervención militar, como en el caso de Colombia, o con la desestabilización, como es el caso de Venezuela. Se pretende inmovilizar y construir un anillo de seguridad en Centro América y el Caribe, mientras se enfrentan las turbulencias sudamericanas.

Es sintomático de la prepotencia imperial, como los Estados Unidos están edificando una muralla de temor alrededor de sus fronteras, cuando lo razonable sería utilizar la actual situación como una oportunidad para promover políticas de cooperación y de solidaridad. Así actúan los imperios, así actuó Roma.

Monseñor Romero es un mártir, un profeta, un maestro y un luchador por la justicia

Para las salvadoreñas y salvadoreños, Monseñor Romero es un mártir, un profeta, un maestro y un luchador por la justicia social. Y es una afrenta a nuestra dignidad, pretender mancillar la memoria de uno de nuestros principales héroes de la fe. Y si a esto le agregamos que el 24 de marzo es Domingo de Ramos, la conmemoración de la entrada gloriosa de Jesús de Nazaret en Jerusalén y el inicio de la Semana Santa, tendremos una idea de la magnitud de la humillación que se pretende desarrollar.

Monseñor Romero es un mártir. Entregó su vida para que esta fuera "semilla de libertad" que floreciera en El Salvador. Fue asesinado por los escuadrones de la muerte, los mismos que asesinaron después a cuatro monjas norteamericanas y a miles de salvadoreños y salvadoreñas.

Monseñor Romero es un profeta. Denunció las injusticias que se cometían contra su pueblo, los abusos de poder, las desapariciones, el sufrimiento de las madres, la explotación voraz, y la intervención norteamericana en nuestros asuntos.

Monseñor Romero es un maestro. Enseñó que somos hijos e hijas de Dios, creados a su imagen y semejanza, que tenemos dignidad por lo que debemos organizarnos, educarnos, y movilizarnos a favor de la justicia, la verdad y los derechos humanos. Era un persona de una inmensa fe en el Dios de la Justicia.

Monseñor Romero es un luchador social. Desde la fe en la justicia de Dios, nos acompaña en nuestras luchas actuales. En la lucha contra el anillo periférico, contra los despidos injustificados, contra el cierre de sindicatos, por la justicia de genero, por la defensa del medio ambiente, a favor de los derechos humanos. Siempre nos acompaña.

Sepa el Sr. George Bush que va a encontrar un pueblo puesto de pie y no de rodillas, el mismito pueblo de Monseñor Romero, lleno de mucha fe, alegría y rebeldía.

Sepa el Sr. George Bush que en su mismo país existen centenares de miles de personas, en las iglesias, sindicatos, gremios profesionales, universidades, etc., que admiran la memoria de Monseñor Romero y rechazaran que se pretenda humillar su recuerdo.

Sepa el Sr. George Bush que todo el despliegue militar y poderío económico de su país, no pueden atemorizar ni comprar la dignidad de un pueblo. Porque no tiene precio el llanto de una madre a la que le desaparecieron un hijo, o del joven que no encuentra empleo y se lanza a las drogas, o la muchacha que enfrenta la vida como madre soltera. Ni el sufrimiento ni la dignidad de un pueblo tienen precio. Monseñor Romero vive.

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Lic. Roberto Pineda
rpineda@saltel.net
Docente de Maestría en Derechos Humanos
y Educación para la Paz
de la Universidad de El Salvador

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