Mateo 14: 13-21
"Su nombre es El Señor
y pasa hambre
y clama por la boca
del hambriento..."
J. A. Olivar/ Miguel Manzano
Jesús de Nazaret nunca permitió que la indiferencia le arrebatara las lagrimas, y apagara su preocupación por las necesidades de la gente. Siempre estuvo pendiente de sí mismo y de los demás, de como vivían, pensaban y sentían, de cuales eran sus sueños y sus temores.
Y esta actitud lo condujo a conocer el hambre. El hambre, la necesidad de comida, ese ardor en el estómago irresistible, que ha sido un instrumento de los poderosos para oprimir a los débiles a lo largo de la historia. La humanidad ha conocido la abundancia para unos pocos y el hambre para las mayorías populares, y esto ha sido considerado normal, natural, lógico.
En este texto, Jesús se manifiesta claramente a favor de los hambrientos, de ayer, de hoy y de mañana. Nos convoca a luchar por una sociedad en la que se distribuyan los cinco panes y los dos pescados, y que todos y todas coman hasta quedar satisfechos. Este es el sueño de Jesús. El modelo de sociedad de Jesús, su proyecto histórico, su plan de nación.
Nos relata Mateo que Jesús vio a la multitud, sintió compasión de ellos y sanó a los enfermos. Jesús abrió sus ojos al dolor, al sufrimiento, al cansancio. Y Jesús se comprometió a no abandonar a la gente pasara lo que pasara, a luchar con ellos hasta la muerte. Y les cumplió. Los que a veces, muchas veces no cumplimos somos nosotros, que nos llamamos sus seguidores.
Los discípulos, al hacerse de noche, le recomiendan a Jesús despedir a la gente. Era lo prudente, lo correcto, lo adecuado. No se habían hecho preparativos para darle de comer a la multitud y el sitio era un lugar solitario.
Pero la lógica de Jesús es diferente, rompe con los esquemas del mundo y le abre paso a la solidaridad. El se enfrenta a sus discípulos, rechaza sus argumentos y los invita al desafío de la fe: ¡denles ustedes de comer! Se imaginan la sorpresa de los militantes del Movimiento de Jesús.
Los discípulos, ven de nuevo a la multitud y le responden: solo tenemos cinco panes y dos pescados. No es suficiente. Es una locura pretender alimentar a miles de personas con cinco panes y dos pescados. A los discípulos les falta coraje, les falta fe. La realidad los inmoviliza. Ven a la multitud como un problema sin solución y no como una oportunidad para crecer y desarrollarse.
Jesús les dice: traiganmelos aquí! Y manda a la multitud que se siente sobre la hierba...en grupos de cincuenta y de cien nos revelan Marcos y Lucas. O sea Jesús organiza a la multitud. La organización popular es el camino de Jesús, la enseñanza sagrada, el principio de fe.
Toma en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y mirando el cielo, dio gracias a Dios y partió los panes, los dio a los discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Oración y organización. Fe y acción. Jesús combinó la organización popular con el misterio de la fe. La una no puede existir sin la otra. Son dos caras de la misma moneda.
Al final, todos y todas comieron hasta quedar satisfechos. Comieron hasta quedar satisfechos! Jesús nunca aconsejó a la gente que renunciara a sus necesidades sino que les enseñó a luchar por satisfacer sus necesidades, les enseñó a organizarse y a confiar en su Padre celestial.
Jesús organizó a la multitud. Dejaron de ser muchedumbre para convertirse en pueblo organizado, que conoce sus derechos, sus deberes, que organiza sus sueños y supera sus temores, que garantiza su soberanía alimentaria.
Cuando son los poderosos los que controlan la producción de la comida, también pueden controlar la conciencia. En nuestro caso, se ha destruido la agricultura para volvernos más dependientes y que como país tengamos que comprar nuestra comida. Esto nos debilita y permite que se nos manipule por medio de la producción de alimentos.
Una iglesia que no se preocupa por el hambre de la gente no es iglesia de Jesús, es un club espiritista o una agencia de viajes al paraíso. Jesús nos sigue llamando y desafiando a ver la multitud y asumir el compromiso de darle de comer, de luchar por el pan y el pescado, por la tortilla y los frijoles, luchar por el derecho a la alimentación. Amén.
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