sábado, 5 de enero de 2008

Jesús, una luz en el camino de la vida 10-feb-02

Reflexión sobre Mateo 5: 13-16

Jesús de Nazaret se esmeró en educar a sus seguidores en la necesidad de ser diferentes, de no dejarse domesticar por el sistema imperante, en cultivar con mucha dedicación un espíritu independiente, firme y creativo. En su época esto era muy difícil y lo sigue siendo en la actualidad, dentro y fuera de nuestras iglesias.

La necesidad de educar en y desde la diferencia, la entendió Jesús como respuesta a los esfuerzos, que desde un inicio, trataron de asimilar el Mensaje de Jesús al sistema religioso y político predominante,intentando arrebatarle su espíritu subversivo y radical y convertir el Movimiento de Jesús en una secta obediente al sistema, sin ninguna relación con los pobres.

Jesús de Nazaret utilizó diferentes figuras con el fin de graficar para sus discípulos la vital necesidad de diferenciarse, oponerse, rechazar, denunciar, contrastar, resistir y rebelarse contra el orden religioso y político existente.Es precisamente en este esfuerzo de evitar contemporizar con el enemigo de la fe, que Jesús usa las expresiones -clásicas ya- de sal de la tierra y luz del mundo.

"Ustedes son la sal de la tierra" les aclara Jesús a sus discípulos, continuando con el Mensaje desde la Montaña,que anteriormente trató sobre las Bienaventuranzas. La misión es ser sal, dar sabor, hacer la diferencia, conservar la fe, evitar transigir con la ideología dominante, mantenerse firmes y en pie de lucha, siempre, a todas horas, llueva o haga sol.

La finalidad del militante del Movimiento de Jesús,a veces llamado del Nuevo Camino, es ser sal, darle sabor a la vida y a la sociedad, a la iglesia y al partido, a la familia y a la comunidad, marcar la diferencia, encarnar el espíritu de ruptura que es el mismo espíritu de los profetas y de Dios. Nos corresponde siempre mirar hacia adelante, nacer de nuevo.

"Ustedes son la luz del mundo" les repite Jesús para enfatizar esta idea central. Ustedes hacen la diferencia,con su praxis comunitaria y liberadora ustedes dan testimonio de la verdad, y proclaman el misterio del Reino de Dios.

El oficio de los miembros del Movimiento de Jesús es ser luz que ilumina en la oscuridad, martillo que golpea la injusticia de la sociedad, machete que corta el egoismo de los corazones, escoba que barre nuestros temores, campana que convoca a la lucha, bandera que ondea en nuestras vidas.

Jesús nos llamó a ser sal, no a ser azúcar. El azúcar endulza, suaviza, diluye los conflictos. Jesús nos llamó a ser luz, no a ser sombra. La sombra oculta la realidad, la esconde, disimula los conflictos. Jesús comprendió que la vida y la sociedad es un conflicto permanente entre lo nuevo que nace y lo viejo que se resiste a morir.

Jesús no le temió al conflicto y vivió, murió y resucitó en medio del conflicto. Jesús se enfrentó a los poderes religiosos y políticos de su tiempo, eso es lo que narran los Evangelios. Cualquier esfuerzo por presentarlo como una figura azucarada y sombría, desteñida y neutral, es una burda manipulación interesada de su vida y de su mensaje.

Jesús fue una persona que vivió con intensidad los conflictos de su época, amó apasionadamente la vida y la justicia, y nos llamó a vivir con intensidad los conflictos de nuestra época, siempre del lado de la justicia de los humildes y en contra de los justicia de los poderosos.

Y es que precisamente Jesús mismo fue sal de la tierra y luz del mundo. El fue diferente. Se relacionó con las personas más despreciadas de su sociedad, con los publicanos, que cobraban impuestos para los romanos, incluso fue a comer a casa de uno de ellos y luego lo reclutó para su Movimiento.

Se relacionó con los niños, a los cuales nadie les hace caso, en su época y en la actualidad, ya que somos un mundo de adultos, dirigido por adultos, él los respetó y trató con dignidad. Se atrevió a platicar con mujeres y a tratarlas en un plano de igualdad, se solidarizó con ellas; se conmovió ante el sufrimiento de los débiles. Fue diferente, muy diferente, no se sometió a los moldes de su sociedad, como lo hacemos muchas veces nosotros.

En nuestra sociedad, nosotros actuamos como actúan los demás, como nos enseñan a actuar, cumplimos los roles que nos imponen. No nos atrevemos a ser diferentes, no nos atrevemos a seguir a Jesús. Debemos preguntarnos permanentemente como seguir a Jesús, como identificarnos con los que sufren y lloran. Y no nos atrevemos a ser diferentes porque tememos el castigo de los poderosos. Jesús no temió el castigo de los poderosos y se atrevió a ser diferente.

Jesús de Nazaret depositó su confianza en la firmeza, claridad y cratividad de sus discípulos, para enfrentar la arremetida ideológica y política de sus enemigos. Educó en la necesidad de ser y también de lucir diferente. No se puede ser diferente para consumo individual. La proyección pública de la diferencia es vital, clave, estratégica. Hay que subrayar la diferencia.

Jesús recomienda:procuren ustedes que su luz brille delante de la gente. Cada uno de nosotros y nosotras tiene una misión en la vida y en el cumplimiento de esta misión trasmitimos energía. Cada uno de nosotros y de nosotras tiene un potencial que debe de desarrollar. Jesús nos llama a ser diferentes. A ser sal, a ser luz.

Siempre me acuerdo de las palabras de un sacerdote católico tico, que conocí en un encuentro de la ACJ en Argentina. El me dijó: hermano, no deje que nadie le apague su luz. Fueron palabras muy sabias y evangélicas. No debemos dejar que nadie apague nuestra luz, ni nuestra familia, ni la escuela,ni el partido, ni la novia o el novio, mucho menos la iglesia. Nuestra luz es un regalo de Dios que debemos cuidar y valorar.

En nuestra vida existe el peligro que nos apaguen la luz y quedemos a oscuras; que nos arrebaten la energía y quedemos inmovilizados como estatuas; que nos golpeen de tal forma que logren doblegarnos, arrodillarnos, silenciarnos... los poderosos cuentan con tantos recursos a su disposición. Es por esto que debemos de sentirnos como Esteban, llenos de fe y del Espíritu Santo, llenos del poder y la bendición de Dios.

Lo mismo sucede con las iglesias, existe la tentación de refugiarnos en el silencio, de arrodillarnos para orar no sólo a Dios sino también a los poderes establecidos, de olvidarnos de hacer la voluntad de nuestro Padre, de renunciar de hecho a nuestra misión, aunque queden las palabras vacías...

Lo mismo pasa con las organizaciones populares. Hace poco leí una declación del FMLN que me dió mucha tristeza, porque reconocía que " durante los diez años transcurridos no realizó los esfuerzos encesarios para promover la organización y la lucha del pueblo en defensa de sus vitales intereses." Se esta hablando del 1992 al 2002. Diez años de someterse al sistema, de no ser diferentes.

Bajo la bandera del FMLN, la izquierda de este país libró una guerra de diez años,- que concluyó en 1992-para conquistar la democracia. Debemos de reconocer que en estos diez añosde post-guerra la derecha obtuvo lo que no pudo lograr durante la guerra: aumentó su influencia ideológica en la población, dividió y sometió a la izquierda política al sistema dominante y redujó y atomizó a la izquierda social. Hoy la izquierda tanto política como social tienen el desafío de ser diferentes,estructural, programatica y eticamente de la derecha dominante.

En nuestra vida, en nuestras iglesias, en el movimiento popular existe la necesidad de ser diferentes, de ser sal de la tierra y luz del mundo. Jesús nos enseña a ser diferentes. Jesús es una luz en el camino de nuestra vida.

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Rev. Roberto Pineda
Pastor de la Iglesia Luterana salvadoreña
rpineda@saltel.net
San Salvador

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