Reflexión sobre Mateo 25: 14-30
Jesús de Nazaret confió profundamente en la gente, depositó su seguridad en el cariño del pueblo, que siempre es verdadero y hasta las últimas consecuencias. Esperaba que su mensaje de liberación fuera escuchado y cayeran las vendas ideológicas de los ojos y de las mentes, y que la gente se lanzara a la lucha por sus derechos, por la justicia, por la independencia...
Jesús le apostó a la capacidad de la gente para entender y superar la opresión colonial en que vivían; a su organización, conciencia y movilización, tenía la plena certeza que el futuro pertenecía a los humildes, y que los poderosos al final iban a ser derrotados. La lucha por la justicia fue el contenido principal del sueño de Jesús, fue la clave de su vida, de la cruz y de la resurrección.
La lucha por la construcción del Reino de Dios es la lucha por la justicia. Jesús explicó de diferentes maneras esta enseñanza fundamental. En esta parábola se describen las dificultades y conflictos de este proceso de romper con viejas estructuras y crear nuevas, que es un proceso doloroso pero inevitable, porque hablamos de un parto histórico. Este proceso de ruptura ocurre tanto a nivel personal como a nivel colectivo.
En este texto, aparecen los diferentes niveles de participación, de compromiso con la construcción del Reino. Es una parábola muy conocida, se le llama "de los talentos", refiriéndose a una medida de peso de aquel tiempo, y frecuentemente se oculta su contenido social, y se le reduce a un horizonte individualista; y lo que es peor, hasta se tergiversa su contenido, y se pretende utilizarla para legitimar la riqueza de las clases explotadoras.
En esta parábola "del dinero" se compara al reino de Dios con un hombre que, estando a punto de irse a otro país, llamó a sus empleados y les encargó que le cuidasen su dinero. A uno de ellos le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil y a un último, mil monedas.
Mucho tiempo después, volvió el jefe de aquellos empleados y se puso a hacer cuentas con ellos. Llegó el primer empleado y le entregó a su jefe las cinco mil monedas entregadas más otras cinco mil que había ganado; luego llegó el segundo y le entrego las dos mil monedas más otras dos mil ganadas; el jefe se alegró mucho con ambos y los invitó a celebrar con él. Les dijo a cada uno: "entra y alégrate conmigo."
Pero cuando llegó el empleado que había recibido las mil monedas, se puso a dar excusas y al final le confesó que había tenido miedo y mejor decidió esconder el dinero en la tierra. Y le devolvió las mil monedas entregadas. El jefe se irrito mucho con este empleado haragán y ordenó a los que estaban allí: "quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene diez mil."
Esta historia tiene un profundo significado. Nos revela como cada uno de nosotros y de nosotras recibe de Dios habilidades, destrezas, diferentes talentos para luchar en la vida, pero la decisión de utilizarlos nos corresponde a nosotros. En esta historia se nos manifiestan conductas diferenciadas de los empleados, y así sucede en la vida. Hay personas que se entregan a la lucha y personas que deciden encerrarse en sus vidas individualizadas.
Jesús condena fuertemente a aquellos que tienen miedo y esconden el dinero, la vida, en la tierra. Los amenaza con que hasta lo poco que tienen se les quitara. Porque tuvieron la oportunidad de vivir una vida digna y la despreciaron y al hacerlo rechazaron al mismísimo mensaje de Jesús.
Por otra parte, Jesús acepta y se alegra con aquellos y aquellas que dedican su vida a trabajar por la justicia. Le agradece su fidelidad: "ya que fuiste leal en lo poco, te pondré a cargo de mucho más." Los invita a la fiesta de la solidaridad.
En nuestras iglesias también se refleja esta diversidad de conductas. Hay iglesias que lamentablemente esconden sus talentos en la tierra y se vuelven sectas bulliciosas y estridentes, pero irrelevantes para los intereses del Reino. Se convierten en islas, se alejan de la realidad y de la vida, del sufrimiento y las esperanzas de la gente.
Jesús nos convoca a utilizar nuestros talentos en la causa de la justicia, que es la causa a la que él dedicó su vida, por la que fue asesinado y por la que resucitó. Amén.
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Rev. Roberto Pineda
robertoarmando@navegante.com.sv
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