Mateo 16:21-28
La decisión de ir a Jerusalén y enfrentar a sus adversarios políticos y religiosos en sus propios dominios, fue el resultado de largas meditaciones sobre las formas de lucha y el nivel de respaldo popular con que contaba el Movimiento Popular de Jesús de Nazaret.
Obedeció a la necesidad de dar una respuesta política a la amenaza de represión que se proyectaba sobre sus seguidores y simpatizantes. Significaba tomar al toro del imperio romano por los cuernos. Desafiarlo en su propio terreno. Medir fuerza hasta vencer o morir. Y así lo hizo Jesús.
Jesús analizó con detenimiento el asesinato de Juan el Bautista. Intuía que también el imperio lo había condenado a muerte. No existían condiciones para la victoria pero era necesario alzar la voz, levantar el puño de la protesta, rebelarse y desafiar al sistema opresor.
Había que encender la llama de la esperanza. La dignidad de resistir es la enseñanza fundamental de Jesús de Nazaret. Es la herencia que recibimos como seguidores del rebelde que fue crucificado y resucitó.
Esta decisión de entregar la vida por la causa de la justicia no fue comprendida ni por sus seguidores. Fue interpretada por algunos como un gesto de aventurerismo político y por otros, como un suicidio, como un acto descabellado.
El temor a la muerte puede paralizar a las direcciones de los Movimientos Populares y convertirlas en piezas del engranaje del sistema. Pero Jesús no fue domesticado, ni asimilado, ni doblegado, ni esclavizado ni se arrodilló. Vivió y murió con mucha dignidad. Con la dignidad que otorga la rebeldía contra el imperio.
En este texto se nos describe el debate entre Jesús y sus discípulos acerca de la decisión de marchar hacia Jerusalén. Jesús les explica porque debe ir a Jerusalén y que dadas las condiciones existentes, lo más seguro es que sus enemigos, las autoridades romanas y judías, lo iban a capturar y humillar públicamente hasta el punto de asesinarlo. Pero que él tenía la confianza plena que su Padre le haría justicia al tercer día.
Pedro y sus discípulos se oponen a que Jesús vaya a Jerusalén. Temen por sus vidas. Han acompañado a Jesús en sus jornadas populares de predicación y de sanación de enfermos, por diversas poblaciones.
Pero temen subir a Jerusalén. Le temen al combate decisivo. Le temen al imperio. Todavía no confían en la victoria.
Jesús escucha sus argumentos y les responde con mucha dureza. Los compara a satanás, porque pretenden apartarlo de su misión liberadora. No comprenden que la rebeldía ante el imperio romano es la esencia del Mesías, del Hijo del Dios viviente. La rebeldía es la clave del mensaje de Jesús. La rebeldía es la señal de la santa Cruz.
Jesús les esclarece que la condición para seguirlo es "olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sigame". Asimismo les manifiesta que "el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda la vida por causa mía, la encontrará." Y también les asegura que "algunos de los que están aquí presentes no morirán hasta que vean al Hijo del hombre venir a reinar."
Desde la tormenta...
Del 26 de agosto al 4 de septiembre está reunida en Johannesburgo, Surafrica, la II Cumbre de la Tierra, convocada por las Naciones Unidas. Es una reunión mundial de gobiernos para tratar sobre los cinco pilares de la vida en el planeta: el agua, la energía, la salud, la agricultura y la biodiversidad.
En cada uno de estos cinco puntos existen intereses y visiones contrapuestas. Existen gobiernos y compañías multinacionales que manifiestan claramente que les interesa más obtener ganancias que la conservación del planeta. Nuestro planeta es un planeta sufriente, golpeado, crucificado. Todo se sacrifica al servicio del mercado.
Existen también gobiernos, pocos pero existen, que se preocupan por la vida del planeta, que es creación de Dios. Las opiniones de esos gobiernos y de los pueblos del mundo igualmente están presentes en Johannesburgo. Es un debate sobre la vida del planeta. Nos interesa a todos y todas.
Y los pueblos, y sus iglesias deben hacer oír su voz en Johannesburgo, porque no se puede permitir que una minoría de países industrializados imponga su voluntad sobre la humanidad. Debemos de movilizarnos y defender la belleza de la vida, que es un don de Dios, y la razón por la cual nuestro Señor Jesucristo se rebeló, fue crucificado y resucitó. Amén.
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