sábado, 5 de enero de 2008

Jesús y la oración de la solidaridad 22-feb-02

Reflexión sobre Mateo 6:1-6.

Una de las situaciones que Jesús de Nazaret repudiaba con más fuerza era el empeño de los fariseos de presentarse públicamente como personas caritativas y religiosas,cuando en realidad lo que perseguían era el reconocimiento social y el fortalecimiento de su imagen como puros, santos, apartados del mundo.

En diversas ocasiones, Jesús se encargó de denunciar estas actitudes hipócritas y de señalarlos como falsos lideres religiosos que únicamente buscaban enriquecerse, aún a costa de explotar a la viuda, al huerfano y al extranjero.

En un país como el nuestro,de fuerte raigambre religiosa -con miles de iglesias, procesiones,fiestas patronales- y sometido a las vicisitudes de la naturaleza-con huracanes, sequías y terremotos-es importante reflexionar sobre esta temática de la oración de la solidaridad, para de esta forma, permitir que sea el mismo Jesús el que oriente nuestro caminar.

Hace un año nos encontrabamos precisamente en plena emergencia luego de los terremotos de enero y febrero, llevando alimento y ropa a las comunidades afectadas, construyendo viviendas provisionales, limpiando las calles de escombros, proporcionando asistencia médica.

Esta ayuda que brindamos es importante orientarla, porque facilmente se convierte en un mecanismo de adormecimiento de las conciencias,y se configura un clima asistencialista y clientelista,una mentalidad de benefactores y de beneficiarios que reproduce los mismos patrones de dominación que pretendemos finalizar.

Es por esto clave entender la cooperación como oración de la solidaridad, con un fuerte componente dialógico,de encuentro, de descubrimiento, de comunión entre personas y comunidades libres.No podemos promover que la gente se acostumbre a recibir sin dar y a internalizar una conducta de víctima, de necesitado permanente. De la misma forma, nosotros como Iglesia no podemos permitir que nos condicionen a dar sin recibir, y a asumir poses de patrono, de donante del primer mundo, de cooperante prepotente y mandón.

El desafío estriba en organizar a las comunidades, hacer que tomen conciencia de su situación, que se movilicen para luchar por vivienda, salud, educación, empleo, seguridad y acompañarlos en esta lucha, y crecer junto con ellos y ellas, respetando su dignidad, sus liderazgos, sus niveles de desarrollo. Es entonces que somos iglesia de Cristo Jesús.

En el texto seleccionado, Jesús de Nazaret nos enseña sobre la caridad y la oración, y como estos dos aspectos de la vida de fe son interpretados de manera diferente,a partir de intereses concretos.Para los fariseos de ayer y de hoy la caridad y la oración son situaciones que pueden y deben ser aprovechadas para el beneficio personal. Para Jesús la caridad y la oración son dos pilares básicos que permiten abrir nuestros corazones a los que sufren y sueñan así como relacionarnos con nuestro Padre celestial.

Jesús les reclama a los fariseos: "no practiquen su religión delante de la gente, solo para que los demás los vean." Esta es una actitud propia de los hipócritas que estaba muiy difundida entre los fariseos del tiempo de Jesús.Y lo mismo sucede en nuestros días.

La verdadera caridad, la misericordia, es una acto de solidaridad ,de entregar nuestro corazón a los que sufren, de llorar y reir con ellos, de acompañarlos en los momentos felices y en los momentos tristes, en las victorias y en las derrotas, a partir que somos hijas e hijos de un mismo Dios, tenemos un mismo Padre que nos ama y nos protege.

Nos recomienda Jesús con mucha sabiduría que " cuando ayudes, no lo publiques a los cuatro vientos, como lo hacen los hipócritas." La ayuda,la cooperación, la solidaridad, la misericordia, la caridad, es un proceso de crecimiento mutuo, de responsabilidad mutua, y de fe y esperanza. El que entrega recibe más de lo que da, y el que recibe entrega más de lo que recibe.

Jesús nos enseña que " cuando ayudes a los necesitados, no se lo cuentes ni siquiera a tu amigo más intimo, hazlo en secreto." No podemos aprovecharnos del dolor de los demás y convertirnos en mercaderes de la desgracia ajena. Y por lo tanto no podemos permitir que nuestra ayuda sea utilizada para oprimir a la gente, para utilizarla, para desmovilizarla, para vendarle los ojos, para enmudecer su voz, para arrebatarle el grito de denuncia y convertirlo en un agradecimiento servil e interesado.

Asimismo, Jesús instruye a sus seguidores en lo siguiente: "cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, que les gusta orar de pie para que la gente los vea." La oración es una comunicación con Dios. Los cultos y misas son una alabanza a Dios. La pretensión de utilizar la oración con fines comerciales y publicitarios es una burda manipulación de este don de Dios.

Por esto Jesús les recomienda sus militantes: "pero tu cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta, ora a tu Padre, que está allí a solas contigo." La oración es una manifestación de fe, refleja la convicción firme que existe en los cielos un Padre que nos escucha y nos concede lo que le pidamos.

Solidarizarnos con los que sufren, y orar desde nuestra intimidad son dos dimensiones principales de nuestra fe en el Jesús Crucificado y Resucitado, por el cual hemos nacido de nuevo, esperando su próxima venida. Amén.

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Rev. Roberto Pineda
San Salvador

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