sábado, 5 de enero de 2008

Jesús se prepara para la lucha 17-feb-02

Reflexión sobre Mateo 4:1-11.

La diferencia fundamental entre Jesús de Nazaret y su Movimiento en relación a otras corrientes religiosas, fue su clara identificación con las necesidades y los sueños de los sectores populares y su rotunda oposición a los sectores poderosos. Esto no fue comprendido inicialmente por sus seguidores por lo que algunos lo abandonaron cuando descubrieron la radicalidad de su mensaje.

La comprensión de la necesidad de romper con la esclavitud ideológica y la opresión política fue para Jesús el resultado de un largo proceso de maduración, en el que la meditación sobre la Escritura y la experiencia laboral jugaron un papel destacado. Este proceso quedo reflejado en este singular relato sobre el enfrentamiento inicial de Jesús con los poderes establecidos.

Y es que enfrentarse a los poderes establecidos, ayer y hoy, significa asumir las consecuencias de estar en contra del sistema dominante. Y los mismos sectores populares no comprenden muchas veces el sacrificio de sus lideres, así como existen muchos lideres que se aprovechan de su posición para beneficios personales. Ayer como hoy, comprometerse con los intereses populares significa arriesgar el pellejo, aquí y en la China.

En este relato, Mateo nos describe los encuentros de Jesús de Nazaret con el misterio del Mal, nos relata el proceso de formación de la personalidad de Jesús como Señor y Liberador, nos instruye sobre el imaginario del Mal y la forma de derrotar a los demonios del hambre, del temor y del poder.

Nos narra como Jesús de Nazaret fue conducido al desierto por el Espíritu Santo, luego de haber sido bautizado, para que el Poder del Mal lo pusiera a prueba por cuarenta días. Es de esta forma como se fue construyendo la identidad de Jesús como Señor y Liberador, en el enfrentamiento, en la lucha. Nos enteramos que Jesús sintió hambre,como millones de personas sienten hambre en Asia, Africa y América Latina.

El hambre es una experiencia existencial que ha acompañado a los sectores populares por miles de años. El hambre, por su intensidad, puede convertirse en un estimulo para la lucha, pero también puede conducir al sometimiento. La conciencia y la organización de la gente determina hacia donde se inclina la balanza histórica.

De entrada, el demonio desafía a Jesús a convertir las piedras en panes. El demonio pretende que Jesús utilice su poder para satisfacer sus necesidades personales. El demonio anhela apoderarse de la voluntad de Jesús por medio del hambre.

La respuesta de Jesús a este primer desafío es que " no solo de pan vivirá el hombre, sino también de la palabra de Dios." Jesús nos enseña que por encima de las necesidades básicas se encuentra la voluntad de ser libres, la capacidad de sacrificarse, la decisión de entregar su vida por los demás, el sueño de un mundo nuevo, diferente, la convicción de luchar por cielos nuevos y una tierra nueva.

El segundo desafío del demonio comprende trasladar a Jesús a Jerusalén y subirlo a la parte más alta del templo y desde allí amenazarlo con la muerte, con perder la vida. El demonio pretende que Jesús haga uso de su poder para protegerse. Confía en que todos nos aferramos a la vida con todas nuestras fuerzas, todos le tememos a la muerte.

La respuesta de Jesús a este segundo desafío es "no pongas a prueba al Señor tu Dios." Jesús nos enseña que existe un valor superior a la vida misma, el valor de la fidelidad a los principios, el valor de la dignidad, el valor de sacrificarse por el bienestar de los demás. Más adelante Jesús enseñará que " no tengan miedo de los que puedan darles muerte pero no pueden disponer de su destino eterno." (Mateo 10:28)

Para el tercer desafío, el demonio lleva a Jesús a un cerro muy alto y le muestra todos los reinos del mundo, todas las riquezas y todos los privilegios y se los ofrece con la única condición de que Jesús se arrodille y le rinda culto, que se someta a la voluntad de los poderosos, y se convierta en un empleado, en un esclavo, en un siervo, sin voluntad propia ni libertad.

Jesús rechaza de plano esta propuesta y le responde al demonio: "adora al señor tu Dios y sirvele solo a él." La misión de Jesús es la liberación de los oprimidos. Jesús rechazó identificarse con los poderosos y su cultura del abuso y los privilegios. Jesús rechazó al espíritu del Mal.

Entonces el demonio se apartó de Jesús y unos angeles llegaron a a socorrerlo. El demonio había fracasado. Jesús había vencido. Jesús pudo sobreponerse a la necesidad de alimento, al temor a la muerte y a la ambición de poder. Estos tres desafíos siguen vigentes para nuestras iglesias.

A algunas de nuestras iglesias, que luchan por la sobrevivencia, por asegurar la tortilla y los frijoles, se les obliga a sacrificar sus principios y aceptan convertir las piedras en panes, aceptan cerrar sus ojos ante la realidad a cambio de un autobus, de la construcción de un templo, de un viaje, de un regalo para el pastor. Es triste pero es una realidad.

Otras de nuestras iglesias en Latinoamerica prefieren callar ante las injusticias por el temor a perder este cuerpo terrenal, o por miedo a la cárcel,a la tortura, al exilio e incluso al que diran. Le temen a la parte más alta del templo que no es arquitectónica sino política y radica en comprometerse con la lucha de los excluidos.

Y existen otras iglesias que vergonzosamente se arrodillan frente a los idolos de la globalización y se vuelven iglesias electrónicas, grandes empresas de diversión religiosa, más parecidas a un circo que a un lugar de adoración al Dios de la Justicia, en realidad transnacionales de una religión alienante e idolátrica, que se aprovechan del nombre de Jesús.

Frente a esta situación, nos corresponde orar a nuestro Señor Jesucristo para que nos de la fuerza y la sabiduría que nos permita no caer en las trampas de estas tres facetas del Mal y que el Espíritu santo nos guíe para ser siempre libres y poder decir con Pablo a los Gálatas de este tiempo:"Manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud.

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Rev. Roberto Pineda
San Salvador

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