Reflexión sobre Mateo 18:21-35
Jesús de Nazaret se preocupó de garantizar que en su práctica política las palabras correspondieran a los hechos; y las acciones se identificaran con las confesiones. En ese tiempo así como ahora, existían sectores que pretendían disfrazar las conductas con palabras.
Jesús de Nazaret rechazó la hipocresía y la doble moralidad de los sectores dominantes. Con mucha claridad se definió a favor del huérfano, la viuda y el extranjero, y denunció la forma como los poderosos cerraban su corazón a la misericordia y la solidaridad.
Explicó como la ideología dominante construye un tejido de relaciones sociales, en las cuales se reproducen -en todos sus niveles- prácticas de opresión y de sometimiento, de imposición de criterios, de aplastamiento de voluntades, de intolerancia y odio. Este tejido de ideas cubre a la sociedad.
En este texto, Jesús compara el reino de Dios con la conducta de un rey bondadoso que perdonó las deudas a uno de sus funcionarios. Nos alegramos por esto pero al seguir leyendo nos enteramos con sorpresa e indignación, que este mismo funcionario no le perdonó una deuda a un amigo sino que lo envió a la cárcel hasta que se la pagara. Cuando el rey se enteró de este incidente, se enojó mucho con el funcionario y ordenó castigarlo.
La lectura nos hace reflexionar como Dios nos escucha y nos perdona a cada momento. Siempre escucha nuestras suplica y decide perdonarnos. En la primera escena de esta historia observamos a un rey que teniendo poder para castigar se inclina por el perdón. Así es Dios, tiene el poder de castigarnos pero su amor lo orienta al perdón y a darnos una nueva oportunidad. Por lo general, los poderosos no actúan así, el castigo y las amenazas son los mecanismos que utilizan para conservar su poder.
Nosotros nos identificamos más fácilmente con el funcionario perdonado que no perdona. Actuamos así en nuestra vida pública y privada. Somos flexibles con los poderosos y exigentes con los débiles. Dios nos da la vida y nos atrevemos a quitarle la vida a nuestros semejantes; Dios nos da la libertad y construimos cárceles y grilletes mentales y materiales; Dios nos ofrece su amistad y fomentamos el odio entre razas y nacionalidades. Dios nos perdona y nosotros no perdonamos. Pedimos y no damos. Gritamos y no escuchamos.
Cuando el rey se entera de este incidente entre el funcionario y su amigo se indigna y le dice: ¡Malvado! Yo te perdone toda aquella deuda porque me lo rogaste. Pues tu también debiste tener compasión de tu compañero, del mismo modo que yo tuve compasión de ti. Estas palabras nos tocan el corazón porque estamos conscientes que están dirigidas a nosotros, se refieren a nosotros.
La imagen del funcionario perdonado es nuestra propia imagen. Nuestro retrato. Narra la historia de nuestras vidas y de nuestras iglesias. En nuestras iglesias existe un vacío entre lo que se predica desde el púlpito y lo que se hace en la comunidad. Es muy frecuente que nos arrodillemos ante los ídolos del poder y suplicamos que nos admitan y perdonen, pero al mismo tiempo despreciamos y rechazamos a los humildes que se acercan a nuestros templos.
Desde la tormenta...
Los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001 podemos analizarlo a la luz de las enseñanzas de Jesús de Nazaret sobre el perdón y la reconciliación. En primer lugar, fueron hechos terroristas que causaron mucho dolor y sufrimiento a miles de personas, dentro de los Estados Unidos y posteriormente en Afganistán.
Ha pasado un año y esos mismos hechos terroristas continúan amenazando la paz mundial. El mundo se ha vuelto más peligroso y vivimos con el temor que los Estados Unidos desencadenen un nuevo conflicto internacional si deciden atacar a Irak, al cual acusan de poseer o estar fabricando armas nucleares.
Irak es el segundo productor mundial de petróleo. Un ataque a Irak provocaría una situación muy peligrosa para toda la humanidad. Es por esto importante evitar una guerra antes que se inicie. Las Naciones Unidas deben de jugar un papel relevante en este esfuerzo por evitar la guerra y lograr la paz.
Los Estados Unidos es un país que fue golpeado el 11 de septiembre de 2001. Necesita garantizar su seguridad. Es además una megapotencia. La seguridad no se garantiza con la agresión sino con la cooperación. La seguridad no se garantiza con decisiones unilaterales, sino con el consenso multilateral. La seguridad no se garantiza con la guerra sino con la paz.
Los Estados Unidos deben aprender a perdonar. La venganza no es la solución. La venganza se fundamenta en el odio. El perdón nace de la verdad y de la justicia. Los Estados Unidos deberían fundamentar su seguridad en la amistad con los pueblos del mundo. En la reconciliación.
Sería muy injusto que se agrediera al pueblo de Irak bajo la pretensión de lograr la seguridad o bajo cualquier tipo de excusa. Oramos porque el espíritu guerrerista no se apodere de las mentes de los gobernantes norteamericanos y logren buscar caminos de paz y de reconciliación. Amén.
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